Hay que saber adaptarse, es la base de todo. Cerca de donde vivo hay un bosque en la playa. Los pinos crecen entre las dunas. Observando las plantas me he puesto a pensar en lo importante que es adaptarse. Las plantas en el litoral adoptan formas que les ayudan a resistir el viento, la arena golpeando, etc. Algunos árboles se retuercen en posturas imposibles, en su lucha por adaptarse (ya, ya sé que no es tan sencillo, pero me permito simplificar).
Es importante tener capacidad de adaptarse, de poder habitar en distintos lugares, ser capaz de convivir con gente distinta. Todos, cuando convivimos (todos convivimos, de un modo u otro, ya sea en casa, en el trabajo, ...), nos adaptamos, cambiamos cosas para mejorar la convivencia. Puede que toleremos música que jamás escuchariamos, o hablemos de temas que en el fondo no nos apasionan. Pequeños cambios, poca cosa, adaptarse.
Pero, ¿qué pasa cuando te pierdes por el camino? A veces, de tanto intentar adaptarte dejas de ser tú mismo. Muchos pequeños cambios pueden hacerte desaparecer. Y de repente
te levantas un día y no te reconoces. Y te empiezas a preguntar quién es ese extraño que te habita, que se mueve cómodamente por tu casa.
Lo de adaptarse está bien, es necesario. Pero demasiada adaptación es eso, demasiado. Te conviertes en un mutante, en un monstruo que te asusta al ver su reflejo en el espejo.
Puede (suele suceder) que a la gente que te rodea le guste más ese extraño que tú. Es normal, supongo. Tus cambios han sido para adaptarse a ellos, te conviertes en alguien más ... de su gusto, con quien es más cómodo cohabitar. A veces ni se dan cuenta de cuánto has cambiado, porque los cambios son muy graduales, muchos pequeños cambios, nada importante, todo importante (depende cómo lo mires).
Pero, qué coño (el tema me exige ser soez), lo vital es si a ti te gusta ese nuevo yo o no.
Tal vez no te guste. Quizás lo odias sinceramente. A lo mejor echas de menos escuchar la música que te gusta, discutir sobre temas que te apasionan, que te estremecen, tus pequeños vicios y manías.
Si es así, te has pasado con la adaptación. Eres un monstruo mutante irreconocible, y seguramente no te gustas.
Lo difícil es encontrar el equilibrio entre adaptación y evaporación (por aquello de que casi todo lo que eras se desvanece).
A mi me gustan las cosas pequeñas, las que nadie ve. Veo belleza en sitios insospechados. Las cosas pequeñas me ayudan a reencontrarme, a volver a construirme.
Es importante tener capacidad de adaptarse, de poder habitar en distintos lugares, ser capaz de convivir con gente distinta. Todos, cuando convivimos (todos convivimos, de un modo u otro, ya sea en casa, en el trabajo, ...), nos adaptamos, cambiamos cosas para mejorar la convivencia. Puede que toleremos música que jamás escuchariamos, o hablemos de temas que en el fondo no nos apasionan. Pequeños cambios, poca cosa, adaptarse.
Pero, ¿qué pasa cuando te pierdes por el camino? A veces, de tanto intentar adaptarte dejas de ser tú mismo. Muchos pequeños cambios pueden hacerte desaparecer. Y de repente
te levantas un día y no te reconoces. Y te empiezas a preguntar quién es ese extraño que te habita, que se mueve cómodamente por tu casa.
Lo de adaptarse está bien, es necesario. Pero demasiada adaptación es eso, demasiado. Te conviertes en un mutante, en un monstruo que te asusta al ver su reflejo en el espejo.
Puede (suele suceder) que a la gente que te rodea le guste más ese extraño que tú. Es normal, supongo. Tus cambios han sido para adaptarse a ellos, te conviertes en alguien más ... de su gusto, con quien es más cómodo cohabitar. A veces ni se dan cuenta de cuánto has cambiado, porque los cambios son muy graduales, muchos pequeños cambios, nada importante, todo importante (depende cómo lo mires).
Pero, qué coño (el tema me exige ser soez), lo vital es si a ti te gusta ese nuevo yo o no.
Tal vez no te guste. Quizás lo odias sinceramente. A lo mejor echas de menos escuchar la música que te gusta, discutir sobre temas que te apasionan, que te estremecen, tus pequeños vicios y manías.
Si es así, te has pasado con la adaptación. Eres un monstruo mutante irreconocible, y seguramente no te gustas.
Lo difícil es encontrar el equilibrio entre adaptación y evaporación (por aquello de que casi todo lo que eras se desvanece).
A mi me gustan las cosas pequeñas, las que nadie ve. Veo belleza en sitios insospechados. Las cosas pequeñas me ayudan a reencontrarme, a volver a construirme.
Si un organismo se pasa en ese esfuerzo de adaptación al medio se convierte en un híbrido insípido, en un zombie social. Totalmente de acuerdo. Claro que si nos parapetamos en un torreón a defender el pabellón del individualismo feroz también podemos acabar mal.
ResponderEliminarTal vez la solución es no ceder jamás en aquello que es realmente importante para nosotros.
Me encantan esas fotos. Ilustran muy bien tu tesis.
Besos.
Tienes razón, hay cosas en las que no habría que ceder, aquellas que te definen.
EliminarMe gusta lo de zombie social..., es muy buena definición.
Tenía 2 fotos más que no he puesto porque me parecía excesivo. Una era un árbol que se había pasado de adaptación, y se había curvado tanto que había caido, y ahora yacía muerto, convertido en sustrato para otras plantas (lo que es positivo para el ecosistema, pero no creo que al pobre árbol le sirva de consuelo). La otra era de un pino que por lo visto se negaba a cualquier cesión (adaptación cero, juas), y permanecía erguido, pero con la copa muerta, por el azote del viento. Era muy peculiar ver las ramas muertas en alto, y la parte inferior totalmente verde.
Un beso.
A veces casi tienta aplicar a seres vivos no racionales rasgos de carácter propiamente humanos.
EliminarBesos, Nuria.
Es cierto, la tentación es grande. Quizás es un reducto de leer fábulas, o que humanizamos todo. Yo aquí me permití la licencia de hacerlo, como si los árboles tuviesen poder de decisión para ilustrar mi analogía.
EliminarHoy, después de la mañanita aciaga que he tenido, me dan ganas de atribuir al ser humano características de animales irracionales, como la falta de ética, de empatía, y de cualquier tipo de educación. Hoy si se me permite reniego un rato del género humano (pero sólo un rato, que sé que no todo ser humano es así).
Y después de la descarga de mal rollo (perdón!), te doy las gracias por comentar. Besos, Juan Antonio.
Me ha llegado mucho y me has hecho reflexionar muy hacía dentro.
ResponderEliminarGracias.
Me alegro, hay temas sobre los que es bueno reflexionar, antes de adaptarte en exceso. Gracias por tus palabras.
EliminarBesos!
Es cierto NURIA, la vida es adaptación, pura adaptación para sobrevivir, siempre que no perdamos lo esencia de lo que somos. Si perdemos eso en el camino... no sobrevivimos, vegetamos, e incluso morimos por dentro, que es la peor muerte que se me ocurre para un ser humano.
ResponderEliminarY fíjate, hasta yo misma te valdría como ejemplo. Siempre he tenido muchísima facilidad para adaptarme a todo y a todos, tanto que casi me asfixio...un día me paré y me dije pero...¿cuándo me toca a mi? siempre cediendo, interpretando los papeles que necesitaban otros que representara, renunciando a ser yo misma para dar gusto y que los demás estén bien, termina por aturdirte hasta ni saber lo que quieres, lo que sientes, ni con lo que de verdad disfrutas y... jajaja ¡¡ahí ando!! intentando respirar mi porción de oxígeno y enderezando las ramas que se me estaban haciendo añicos de tanto retorcerlas:-) ... como tu árbol de la primera fotografía, tan impresionante, como gráfico.
Y mira, aunque no soy catalana como hoy ellos tienen una costumbre preciosa, me adelanto a CALMA (que los es:-) y te dejo ESTO ... también para ella ...es lo bueno de la virtualidad se comparten los regalos y saben igual de ricos:-) ...con todo mi cariño para las dos.
Un beso inmeeenso preciosa y por cierto, ya terminé de domar a mis virus :))
Muaaaaaaaaaaaaaaaaakss gordo
Feliz día
Sí, no se me ocurre una muerte peor. Yo la he vivido, he sido una zombie social, o emocional. Ahora también yo intento volver a la vida, reconstruirme.
EliminarLo curioso es ver la reacción de la gente (el comportamiento humano me fascina). Algunos, supongo que los que me han valorado siempre por lo que soy realmente, observan mis logros, mis pequeños avances, y me animan cuando no creo demasiado en mi. Los otros, esos que en el fondo cada día importan un poco menos, me miran asombrados y me dicen aquello de "estás cambiando". No, antes he cambiado. Ahora me estoy recobrando, reencontrando, reconstruyendo. Ahora estoy siendo.
Gracias por tus palabras, y por ese regalazo. Hoy yo también querría ser catalana, con esa costumbre increible de regalar libros. Gracias!
Me alegra leerte sana de cuerpo, y sobre todo de alma.
Un besazo enorme!
Una especie que se adapta es una especie invasiva. En la esencia del ser humano está esa capacidad de adaptación que a veces transforma verdaderos ecosistemas a su antojo. Cuando se fuerzan demasiado las cosas tienden a romperse (o a morirse lentamente, viviendo en esa zozobra de saber que no ocupas tu lugar...) La propia Naturaleza nos dice que en ocasiones lo verdaderamente sensato es ocupar nuestro hábitat, el lugar donde verdaderamente podemos sobrevivir. Conformismo? Tal vez...
ResponderEliminarYa; ya sé que Darwin me cruzaría la cara. Me ha gustado tu entrada, me está haciendo pensar en cosas muy interesantes. Gracias.
Jajaja, no sé si Darwin llegaría a ese nivel de violencia. A veces sí se rompe algo, y mueres lentamente.
EliminarMe alegra provocar pensamientos interesantes!
Besos!
Me cuesta mucho contestar o comentar en esta ocasión Núria, es como que no tengo ganas de retratarme, y si escribiera algo, lo haría, encuentro, que en cada cosa y cada momento de la vida, se trata de ser uno mismo, guste o no guste al resto de la humanidad.
ResponderEliminarNada más, gracias a María por su detalle.
Un cálido beso para ti y una pieza clásica para todo el que quiera escucharla http://youtu.be/QOlF3tJLTUs
Sí, es importante ser uno mismo. A veces cuesta un poco darse cuenta, pero es así.
EliminarUn beso, y mil gracias por la música, preciosa.
Tu escrito es todo un consejo para la vida. Me gustó.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Gracias a ti por el comentario.
EliminarCreo, Nuria, que lo fundamental es adaptarse, sí, adaptarse, pero tener un núcleo íntimo, al margen de las tempestades, como la tranquilidad del océano bajo la superficie. En ese núcleo, al modo del del átomo, solo domina el vacío… Es allí donde nos nutrimos de fe, de esperanza, de claridad (sí, claridad) y entonces podemos adaptarnos a las circunstancias más cambiantes, a los tiempos más inquietantes, aunque ello suponga pequeñas o grandes crisis. Un cordial saludo.
ResponderEliminarTienes razón, Joselu. Es importante mantener un núcleo sólo tuyo, inamovible. Yo me lo imagino como el núcleo terrestre. Por la superficie se mueven las placas, pero el núcleo permanece ajeno a ello.
EliminarYo creo que de las crisis, grandes o pequeñas, pueden surgir cosas muy positivas. Al menos eso espero.
Un saludo, y gracias.