Tienen algo las estaciones, ya he hablado de ello, me fascinan. Ese encanto de perderse, de marcharse, lejos o cerca, qué más da. La magia del reencuentro, lo desolador de las despedidas. Es como si las paredes estuviesen impregnadas de historias, testigos mudos de sentimientos, de alegrías y dramas.
No las veo como simples lugares de tránsito. Son sitios propicios para besos furtivos, para abrazos interminables, para promesas que (como buenas promesas de andén) no se cumplirán; para adioses que uno se niega a creer definitivos, por más que la intuición grite lo contrario. Para comienzos, para finales, para esperas que se hacen eternas, de tan desesperadas; para esperas cotidianas, llenas de rutina y legañas.
Para observar a ese chico que toca la barra del vagón como si fuese un bajo imaginario, o una guitarra, quién sabe. Para perderse en el ritmo de esa chica que mueve levemente los hombros, mientras con los labios tararea en silencio la canción que suena en su mp3. Para imaginar la pena que habita los ojos de esa mujer que observa la nada sentada en un banco en el andén, como una absurda Penélope, la mirada más triste del mundo. Para escuchar la risa del que habla por teléfono. Para intentar conocer a las personas a través de los libros que leen, o de los zapatos que llevan.
Se puede saber mucho de alguien por sus zapatos. Te puede estar contando que es desordenado y despreocupado (supongo que porque cree que es lo que quieres o necesitas escuchar), pero sus zapatos te cuentan que es pulcro, de pocos adornos y de menos acumular polvo, de un desorden ordenado muy sugerente.
Puedes sentir una ráfaga de fe en el ser humano al ver a ese adolescente que (lo juro) besa a su madre en la espalda mientras suben al vagón, mientras ella sonríe feliz y despreocupada.
O puedes perderla definitivamente cuando nadie se levanta para dejar que se siente esa madre con un bebé en brazos, o en su útero, da igual.
Las estaciones, como los trenes, los metros, los autobuses, son lugares llenos de vida y muerte, de alegrías y tristezas.
Pero todos transitan por ellas adormilados, o llenos de prisas. Nadie parece ver su magia.
Yo observo. Antes de volver al mundo real.
En las estaciones siempre cuenta a nuestro favor el anonimato y si, los zapatos dicen mucho de las personas... y las poses más... Me ha gustado esta entrada, por vivida...
ResponderEliminarMe alegro! Los zapatos dan para un par de entradas... Las poses, más.
EliminarBesos.
Un poema que escribí hace tiempo.
ResponderEliminarESTACIÓN ABANDONADA.
A lo lejos oigo circular los trenes/
por otras estaciones más relucientes/
en la mía la hierba cubre la vía/
enterrando los raíles abandonados/
y el silencio es jefe de estación/
entre dos túneles que me aturden/
por la noche mi verdad se despide/
viajando en el vagón de los recuerdos/
para huir de los días que derrocho/
esperando un tren que no vendrá.
Besos.
Yo me cansé de esperar trenes que no llegaban, de ver marcharse sin mi los que tanto deseaba coger.
EliminarEl brillo nunca me interesó. La hierba sí, las plantas, la naturaleza, que acaba por ocupar su espacio.
Lo mejor será mover el culo, bajar del andén y empezar a caminar por la vía, buscando el camino, la siguiente estación.
Lo peor que nos puede pasar es morir desmembrados por algún tren que aparezca por sorpresa. Te dispersas bien? Yo seguramente sí. Seguro que algún miembro quedará colgado de algún árbol. No peso mucho.
Besos de caminar por las vías.
Pd: gracias por el poema, en serio. Es triste, pero me encanta. Tu estación parece tenebrosa y llena de misterio. Me gusta.
Me has emocionado,por lo vivido en una estación ,en una estación sin futuro,pero muy soñada y anhelada.
ResponderEliminarUn abrazo. Yolanda
Me alegra haberte emocionado. Yo también viví algo intenso en una estación. Tal vez por eso me gustan.
EliminarUn abrazo, y gracias por comentar!
Pd: no te preocupes, blogger tiene estos fenómenos paranormales. Comentarios que desaparecen, otros que se du-triplican,...
Perdona,no se porque se ha triplicado. Habrá sido por la emoción :). Borra y deja uno solo. Gracias
ResponderEliminarYolanda
Por que * :P( arggg...como me falla esto)
ResponderEliminarYolanda
Es cierto todo lo que dices y sientes. Lo comparto. Yo hace mil años que no piso una estación de las de verdad. La última fue la de Atocha, que no la había visto desde que la reformaron, y es impresionante... Esas mareas humanas que pululan por los andenes, por las salas de espera, por los vestíbulos de cualquier estación de tren, o de autobuses, o de metro... Gente anónima con vidas que a mí también me gusta adivinar o imaginar... Yo lo hago cuando voy en metro :D
ResponderEliminarUn beso, Nuri
Es un vicio! Yo voy en el metro observando, imaginando historias, mirando zapatos,...
EliminarA mi me gustan las estaciones antiguas, tienen algo mágico.
No he estado en Atocha... algún día, todo llega.
Besos guapa.
Coincido contigo, la Estación de Francia en Barcelona me encantaba, y lo digo en pasado porque hace muchos años que no la visito, y no sé si la han reformado, si tienen un aire decadente y antiguo son más bonitas todavía y transmiten más.
ResponderEliminarLa de Atocha como te comentan arriba la vi hace poco, es una maravilla, pero es otra cosa...
Besos
Sí! Las antiguas son más chulas! Tienen ese aire grandioso y decadente... Aquí está la Estación del Norte. Es preciosa, en contraste con nuestra horrible estación de autobuses, jajjaj
EliminarTengo que ir a Atocha!
Besos
Cierto es todo un mundo las estaciones.
ResponderEliminarLa de Atocha o las que tienen AVE, cada vez se parecen más a los Aeropuertos..
Son como pequeñas ciudades con pequeñas historias de vida.
A veces triste, otras alegre, pero siempre es una aventura.
Incluso puede que a veces apasionante.
Ha vivido alguna signorina??
Un piacere
Beso
Sicilia
Aquí parecen aeropuertos hasta los hospitales. Muy amplios y luminosos, pero sin alma.
EliminarHe vivido alguna, caballero. Una increible en una estación de autobuses. Y otra inesperada en una estación de metro (en esa de Pinocho, lo que resulta muy irónico estando en Valencia, tierra de vendedores de humo).
El placer es mio, y las aceitunas también!!
Beso
Yo, conocida.
Es un lugar estupendo para sentarse y observar... y allí de repente empezar a ver historias no escritas...
ResponderEliminarBesos abisales
Esas son las mejores. Ya habrá tiempo de escribirlas. Lo mejor es vivirlas.
EliminarYo por ahora observo.
Besos de estación.
Como ya dije la anterior vez personalmente no me gustan ni las estaciones de tren ni los aeropuertos, me hacen recordar despedidas demasiado dolorosas y lloros. Pero si lo ves desde el punto de vista del observador son sitios de mucha vida. Correrizas, besos, lloros, alegrias, abrazos, etc... un sin fin de sentimientos que discurren en todas direcciones.
ResponderEliminarSi tuviera que escoger un sitio seria el metro, seguramente es donde estoy mas familiarizado y no tengo tan malos recuerdos. En verdad cuando estoy en él no me fijo demasiado en la gente y voy bastante a mi bola, toqueteando el movil, leyendo o mirandome los pies jaja
un beso.
Yo también te miraría los pies, jajjaja Mirar los zapatos de la gente e intentar adivinar cómo son según lo que calcen es uno de mis pasatiempos favoritos. Yo uso casi siempre el metro.
EliminarLo del mal recuerdo de las estaciones... lo siento. Lo cierto es que los lugares se asocian a las experiencias propias, y las mias con las estaciones son en general muy buenas, aunque a la larga son tristes, pero estoy aprendiendo a relativizar y quedarme con lo bueno. Cuando lo consiga te aviso xP
Besos, y no te desintegres por favor.
No tengo mucho que añadir a tu entrada, está perfectamente explicada, quizá tan solo experiencias personales. De todas maneras yo recuerdo mis viajes de joven en tren, cuando los compartimentos eran de ocho personas, cuando viajaba sin billete y me subía al hueco de las maletas. Recuerdo los viajes de quince malditas horas, el calor del tren, el pasillo con calimocho y algo más, los servicios llenos de mugre, y hasta recuerdo a un viejo con un hornillo cocinando. Eran los expresos. También recuerdo a un niño haciéndome crecer la cabeza de tanto parlotear, el muy cabrón. Nos hizo salir a dos guiris y a mí del compartimento, y eso que ellos no le entendían.
ResponderEliminarMás recientemente recuerdo al tipo que se subía a pedir “si buenamente pueden…” y cuando nadie le daba nada se ponía a insultar… y recuerdo los jadeos en un viaje de tren litera, de una parejita que estaba en el compartimento de al lado dándole que te pego toda la noche (el chacachá del tren) y ella a gritos… y mi sorpresa al día siguiente, cuando les iba a dar el toque y me encontré a dos ancianitos pícaros.
La verdad es que el tren, las estaciones, todo el entorno, es lo que hace que un viaje sea más viaje.
Un besazo, Nuria!
Por cierto, temazo de los Suaves!
Me gusta! Es como hacer un cuaderno de viajes en los comentarios. Por abajo te han seguido, me encanta. Ojalá más gente se anime, me interesa leer historias de viajes y estaciones. La de los viejecitos... me has hecho reir. Qué envidia! Cuando veo ancianos metiendose mano, esa complicidad... me dan mucha envidia sana. Yo quiero! Llegar a esa edad y tener ganas y con quien compartirlas me parece increible. Joder, me parece increible a mi edad, jajjaja
EliminarVale, tonterías y lamentos aparte, los viajes siempre me parecen lo más apasionante de las vacaciones. Me da igual si es en tren o en coche, o como sea. El camino siempre es lo que más me interesa.
Lo del que insultaba... suele pasar. Si yo te contara los que he visto pidiendo... juas. Recuerdo uno en el día más frio del invierno, joven, descalzo, llorando. Se acercó un abuelete que le había ido a comprar una mantita, y el capullo se puso a gritarle, claro, no era pasta lo que le daba... Cuando recogió suficiente, sacó de la mochila unas pedazo de zapatillas de marca y los calcetines, se calzó, y se fue paseando tranquilamente... Ay
Un temazo, sí.
Gracias por compartir viajes, Sbmeau.
Besazo, o un par (estoy de un generoso... jajajaja)
Sí, de las estaciones se puede sacar mucho, tú lo has hecho, o casi nada. Los que obligatoriamente tenemos que recorrer andenes dos veces al día, un día sí y el otro también, teniendo como punto de partida y de retorno viejas estaciones de autobuses destartaladas y cutres. Donde se hacinan mendigos, suciedad, sudor, humos y mugre. Con conductores maleducados y rudos. Con taquillas siempre cerradas cuando necesitas urgentemente un billete y un servicio de información que más que informara confunde. Con colas interminables para coger un miserable vehículo que no saldrá hasta veinte minutos más tarde Cuando te pasan estas cosas, apenas tienes tiempo para exprimir esa poesía y encanto que saborea uno cuando la estación es un lugar placentero y casual.
ResponderEliminarA pesar de lo escrito, tu texto es muy bello.
Jajajaja Sabes lo mejor, Dr? Yo soy una de esas que sufre a diario retrasos de metros, máquinas expendedoras que sustituyen a humanos y no funcionan, o no tienen cambio y tienes que caminar 10 minutos buscando cambio sabiendo que llegarás tarde,... Pero intento relativizar. Me quedo con lo bueno de los viajes, es cierto. No hablo de lo mal que huele en el metro a primera hora, o... Bueno, sabes de lo que hablo.
EliminarAhora uso el metro, y me parece una maravilla porque costó mucho que llegase a donde vivo (lucha ciudadana en serio). Aun me resulta difícil verle inconvenientes.
Vivo a escasos 15 minutos en metro del centro de Valencia. Antes tenía que ir en un cercanías inhumano (intenta subir a pulso un carro con una peque dentro recien dada a luz, sin que nadie se moleste en ayudarte, teniendo que subirlo 3 eternos escalones (viva la accesibilidad) y el metro te parecerá el mejor invento del mundo), que pasaba cada muuuuucho, y tardaba muchisimo en llegar.
Para llegar a la universidad (10 minutos en coche) tenía que coger un tren y un autobus borreguero, el 63. Cuando salía de las prácticas, si perdía el penúltimo tren, tenía que esperar una hora al siguiente (a las 22 h), sóla, en una estación helada (en Valencia la humedad en invierno hace que el poco frio parezca mucho, cala los huesos), y por entonces (ahora ya no) peligrosa. Recuerdo haberme tapado con la bata de laboratorio en alguna ocasión. Pero... me quedo con lo vivido, con otros recuerdos mejores, de viajes a conciertos, para ver a Sabina, o (esto hace mucho menos y en bus) a In Extremo. Viajes emocionantes, recuerdos geniales.
Últimamente veo poesía en cualquier sitio, en cualquier situación. Unas veces es triste, otras de un realismo sucio, otras de amor. Me estaré volviendo moñas, jajjaj
Gracias por lo de bello. Y por comentarme, siempre, gracias.
Viajar er tren es mi forma favorita de viajar, tanto sola como acompañada...
ResponderEliminarAñoro esos trenes de antes que iban parando en todas las pequeñas ciudades y pueblos, con dos bancos de ski enfrentados, con las ventanillas abiertas de para en par en verano y las cortinas de tela al viento, con los lentos pasisajes, el traqueteo musical,... ¡qué maravilla! Me acuerdo especialmente de un viaje a Toledo que duró ocho horas y que me pasó volando. Aún estaría allí si pudiera con aquellas sensaciones... los campos de girasoles, ...hasta se oían las chicharras de lo despacito que iba.....
Vaya! Creo que me has hecho enrollarme más de lo habitual. Me has hecho viajar al pasado y volver a soñar.
Besos
*Son bonitas tus fotografías :)
Esos viajes eran lo mejor! Yo también recuerdo algunos.
EliminarPor cierto, ya sin ventanillas abiertas ni asientos de bancos de esquí, pero hay un tren de Valencia a Requena (creo que luego sigue, pero no sé si llega algún día a Madrid) que va parando en todos los pueblos, pueblecitos, y estaciones en mitad de la nada imaginables. Tiene su encanto, sí, pero también desepera un poco. No recuerdo que a los 15 me desesperara. Supongo que con un buen libro ahora tampoco.
Gracias por compartir tu viaje! Me gusta la idea de que me conteis viajes, en serio.
Me gusta que te gusten mis fotos. Soy adicta a hacer fotos a cosas cotidianas.
Me encanta hacer volver al pasado y soñar!
Besos.
Es cierto NURIETA como te dicen todos, que esta entrada tuya es de las que se vive a través de tus ojos lo que fuiste viendo y sintiendo en esa estación. Eres una estupenda observadora de sensaciones, lo que no se ve... Lo que se siente mientras miras dentro de la gente... por cier, ya vas olvidándote de la radiografía zapateril que haces a la gente, porque conmigo según el día, te daré una impresión absolutamente diferente de quien puedo ser ( ya sabes mis problemas con los desfases de altura:-)
ResponderEliminarSé cuánto te gustan, me gusta imaginar tu último encuentro ( ese del que me hablaste) sonaba a inicio de película... ¡¡quien sabe quien te espera en esa estación a ti!! ( atenta que ya sabes lo que ocurre en “el columpio”:-) ¡¡quien sabe Nurieta!! ...Supongo que sí, las estaciones son inicio y fin de trayecto... a veces meros espacios en tránsito.
Mi vida en las estaciones me lleva al pasado. Entre los 15 y los 16 años viajé cada sábado ¡¡dos cursos completos!! de mi ciudad a 100km para ir al coservatorio... en esos dos años me ocurrió de todo. Además viajaba muy temprano, en invierno noche cerrada buuufff ¡¡qué historias!! desde agarrarme por los tirantes el interventor para subirme al tren que no perdí por los pelos, a quedarme tirada en un apeadero de montaña en medio de una nevada terrible que cortó la vía, sola ( no iba nadie más en le tren) con el maquinista, el interventor y el jefe de estación calentándonos en una estufa mientras venía un autobús a rescatarnos. Gente que te cuenta su vida en verso en el trayecto, historias que intuyes en cada mirada...¡¡el teatro de la vida por fascículos!! y sí... supongo que como en ella, muchísima soledad. Eso se ve mejor ahí, que en ninguna otra parte...
Mira, en la última estación que estuve, la del metro de Barcelona, no olvidaré algo... en el vagón iba un saxofonista... taan re bueno ( tocando :-) que nos pasamos de parada de ensimismados que nos llevaba...bueno, eso me ha pasado, incluso sin disculpa de saxo:-)
Parece súper nueva y muy luminosa la estación que muestras en tus fotos. El metro de Barcelona, era muy oscuro, mira ¡¡ya tenéis algo mejor que los catalanes!!:-) eso apeadero... Mmmm otra vez me manda a mis recuerdos :-)
Un beso enooorme preciosa. Hoy he vuelto a la vida aquí, murió mi router y hasta hoy no he podido deciros nada... tenía una patata de eso portátiles pero creo que le dan alergia los blogs porque no hubo manera... en fin, yo ya estoy de vacaciones... mientras esté por aquí, te seguiré esperando en la estación noooo me dejes tirada ¿eh?... sé que no bonita;-)
Muaaaaaaakss ojalá estés con la máquina a tope de fuerza... ya sé que la caldera a veces es difícil de mantener...pero lo harás, ya verás:-)
PD
Que sepas que eres la prime a la que he venido a ver aquí( ni en mi blog he aparecido si quiera... ya me da, hasta miedo :-)
Marieta! Qué alegría verte de nuevo activa! Y qué genial haber sido la primer... me encanta! No tengas miedo de ir a tu blog. Entre todos (vale, sobre todo tu bro y Marina) te lo hemos mantenido medio limpio y brillante. Los trolls nunca vencen. Si sigue dando problemas llamo a David el gnomo, y entre todos lo desterramos.
EliminarEl columpio... ay, María, que creo que mi final cada vez se parece más a ese, jajjaj Qué vamos a hacerle. Algunas cosas empiezan de peli y acaban... bueno, de tebeo, supongo.
La estación es muy chula! Muy luminosa, enorme. De construcciones faraónicas (y con sobrecoste) sabemos mucho en Valencia.
Me gustan tus historias de tren. Te imagino charlando en vagones con desconocidos. Yo hasta hace poco era incapaz. La timidez no me dejaba.
Yo también estoy de vacaciones, y no sé cómo me arreglaré con la conexión a partir de mañana. Pero intentaré seguir por aquí. Estoy enganchada!!
Un beso, guapa, enorme. Y bienvenida. Te he echado de menos.
Gracias por llevarnos de viaje desde esa estación donde subirse a cualquier tren puede ser una aventura que recordar.
ResponderEliminarSiempre me han parecido muy tristes las despedidas, si es en una estación de tren, mucho más, eso sí, bellísimas.
Abrazo
Son muy tristes, tienes razón. Pero prefiero recordar reencuentros tras 19 años sin ver a alguien, o la vuelta de algún amigo, o el inicio de algún viaje.
EliminarMuchas gracias y millones de besos, preciosa.