domingo, 12 de mayo de 2013

Capítulo 30 - El Cuento (Alicia)

Miguel: Cuéntame algo más de Ana, ¿fuisteis amigas en el colegio?
Alicia: Realmente no, era amiga de María, su hermana. Ana era tres años más joven que nosotras, cuando estaba a punto de entrar en el instituto nosotras ya pensábamos que íbamos a estudiar en la universidad, los chicos… otro tipo de cosas. Además a Ana le afectó la adolescencia, empezó a volverse más hermética, más irascible, a vestir de negro. Pero recuerdo que justo antes de entrar en el instituto, en verano, estuvimos las tres muy unidas. Yo tenía por aquel entonces ínfulas de escritora y convencí a María para crear un taller literario en su casa y convertirnos en las nuevas Brontë. El caso es que escribíamos durante horas y luego leíamos nuestros relatos o cuentos en voz alta. Ana siempre estaba por ahí con algún libro en la mano y era un publico perfecto. De hecho estaba obsesionada con mis cuentos, uno en particular le encantaba y siempre me suplicaba que se lo leyera. Yo siempre intentaba cambiar detalles, hacerlo vivo. Pero ella se enfadaba, decía que así estaba perfecto y que solo conseguía estropearlo. Era realmente divertido.
Miguel: (Sonriendo) ¿Escritora eh? Eres una caja de sorpresas. Podrías contármelo…
Alicia: No…ha pasado ya muchos años, apenas lo recuerdo…
Miguel: (Acariciándola) Por favor, no te hagas de rogar…
Alicia: (Suspiro) Esta bien…pero luego no quiero críticas negativas, ¿de acuerdo? Vamos a ver… ¿cómo empezaba…?

**

La princesa abrió los ojos. Estaba tumbada en su cama, pero la habitación no parecía la misma, era más colorida y luminosa. De pronto la puerta se abrió y entraron varios gnomos. Uno a uno se acercaron y le dieron un beso. El último, justo antes de besarla, le entregó un sobre. Despertó: allí no había nadie. Estaba sola como siempre, atrapada en su habitación, en el ala izquierda del enorme castillo. Su padre la mantenía encerrada porque temía que le pudiesen hacer daño, o que la raptasen para hacerle daño a él. Lo peor es que nunca estuvo segura de qué opción era la que más temía su padre. Vivía atemorizado por su propia seguridad y parecía que no le importaba demasiado lo que su hija sintiese.

Aquella princesa que vivía sola y veía el mundo a través de la ventana abrazó su almohada, y justo cuando se desbordaban sus lágrimas sus dedos tropezaron con un pequeño sobre. Tal vez no había sido un sueño. En el interior encontró una carta y una llave diminuta color cobre con dibujos grabados. La carta decía: esta es la llave que abre el baúl que contiene todas las cosas buenas que te esperan, tienes que buscarlo. Ve más allá de las montañas y disfruta del camino. Saltó de la cama entusiasmada, ¡Sí, por fin una aventura! Pero enseguida se desanimó, ¿cómo saldría de la habitación? Siempre estaba cerrada con llave, solo las doncellas tenían una copia. Pero, quizás… Probó con la llave de cobré y sorprendida comprobó que giraba con facilidad a pesar de ser demasiado pequeña. Al salir no se encontró con nadie en los pasillos. Quizás fuera demasiado temprano. Pero tampoco se cruzó con los guardias que vigilaban las puertas del castillo. ¿El gnomo había hechizado a todos? Sonrió feliz, empezaba a creer que la magia sí existía.

Cruzó el jardín y se encaminó al bosque que había al lado del castillo. Sólo lo había visto desde la ventana y al llegar le pareció enorme. Observaba todo fascinada: las piedras, el cuarzo brillando en el suelo… ¿o no era cuarzo? Había leído en algún libro que había una piedra que brillaba igual, pero no recordaba cómo se llamaba. Empezó a pensar que jamás había vivido: había estudiado el mundo, las cosas que lo componían, pero nunca las había sentido. Empezó a acariciar la corteza de los arboles, a sentir su tacto rugoso. Era tan distinto al tacto al que estaba acostumbrada, era tan diferente al tacto de la seda, del organdí de sus vestidos. Le pareció real, vivo, como si al tocar la corteza sintiera la historia de cada árbol. Las hojas crujían bajo sus pies y le pareció un sonido maravilloso, incluso más que las melodías que le hacía escuchar su padre. Siguió caminando y escuchó el sonido de un río sonreír a lo lejos. El aire olía a tierra húmeda. Se sintió libre.

En la orilla vio a una niña. Estaba asustada, ella nunca había hablado antes con otra niña. Se acercó y la saludo con la mano: Hola, ¿cómo te llamas? Yo… yo soy la princesa. La otra niña la miró maliciosa: ¿tú la princesa? Y empezó a reírse. Sin embargo se pusieron a jugar, porque los niños siempre saben jugar aunque no lo hayan hecho nunca antes. Inventaron juegos que no existían, rieron, cantaron… Pero de vez en cuando la otra niña se burlaba de ella y eso la entristecía. No entendía por qué tenía que hacerlo. Pasaron muchos días, era su amiga, y quería seguir jugando con ella, sonriendo, pero recordó que el gnomo había escrito que tenía que disfrutar del camino, así que intentó ser fuerte, se despidió de ella, y continuó hacia adelante.

El camino se empezó a tornar un poco más oscuro, no había tanta luz. La nieve se acumulaba en la copa de los arboles. Le gustaba el invierno, sentir la nieve derritiéndose entre sus dedos. Salió del bosque y pasó al lado de un huerto. ¿Dónde vas niña?, le preguntó un hombre. Voy a buscar un baúl, contestó.
¿Un baúl? Qué tontería, dijo el hombre. Quédate conmigo, mi hija se ha marchado y la echo de menos. Aquí tendrás una casa y comida, te enseñaré a cultivar y nos haremos compañía.
Necesitaba comer, refugiarse, así que aceptó. Aprendió a hacer pan, a cultivar, pero el hombre la trataba como si fuese una criada en vez de su hija. Ella era una princesa, ¿por qué no era capaz de verlo? Entonces recordó que ella también había tratado así a sus criadas, hastiada como estaba de estar encerrada en aquella habitación del castillo. Se arrepintió tanto…

Pero había cosas que le agradaban. Le gustaba barrer, como si al hacerlo también limpiase, ordenase su interior. También le gustaba ver el rocío en las hojas por la mañana, sobre todo en los tréboles de tres hojas. No le gustaban los tréboles de cuatro hojas, desconfiaba de su buena fortuna. Dos veces le había regalado su padre uno diciéndole que le traerían suerte, pero había sufrido una mala suerte infinita. Le gustaba ver las flores, observar las flores más pequeñas, esas que nadie apreciaba. Pero un día volvió de nuevo la sensación de que estaba perdiendo el tiempo. Aún tenía que buscar su baúl, descubrir las cosas buenas que tenían que ocurrirle. Dejó una nota: gracias por todo. Tengo que buscar mi baúl. Y partió temprano.

Olía a primavera, a flores. Los gamoncillos ya habían florecido. De repente vio una pequeña casa y sintió curiosidad. Se acercó y tocó a la puerta. ¡Qué sorpresa al ver que quien le abría era el gnomo! Has tardado un poco, ¿has disfrutado el camino?, le preguntó. Sí, he disfrutado, aunque también he estado a veces triste. Pero he aprendido mucho, y he visto mucha belleza, contestó ella. Si has aprendido cosas, has visto belleza y has disfrutando, entonces un poco de tristeza no está tan mal. Te ayuda a apreciar mejor la felicidad.

Tal vez el gnomo tuviera razón. Ven, pasa, tienes que descansar, el camino ha sido largo. Mañana te acompañaré. Tenemos que escalar aquella montaña. Al otro lado está la cueva donde se encuentra el baúl que guarda todas las cosas buenas que te esperan. Comieron, rieron. Al día siguiente partieron hacia la montaña. Escalaron, les costó trabajo. Pero el esfuerzo acumulado en las piernas no le pareció demasiado. Le molestaba el vestido, así que lo cortó. Total, ya estaba viejo y raído. Ahora no parecía una princesa. Pero sabía que seguía siendo aquella niña que disfrutaba con la música, con el tacto suave de sus vestidos, ¿qué más daba si ahora escalaba montañas con un gnomo? Ella en su interior se sentía una princesa.

Llegaron a lo alto de la montaña, bajaron con ayuda de unas cuerdas por una pared escarpada que había al otro lado y entraron en la cueva. Bajo la luz de la antorcha vieron aquel pequeño baúl de madera oscura. Era un baúl perfecto, único, con su nombre grabado. Con nerviosismo sacó la llave que había guardado durante todo el camino y lo abrió. Se sintió un poco decepcionada: en su interior solo había un pequeño camafeo. Al cogerlo se abrió, dentro tenía dos pequeños espejos.

Gnomo, me has engañado, ¿dónde están todas las cosas buenas que me esperan? Y el gnomo contestó: no sabes mirar todavía. Obsérvalo de nuevo. Y al abrirlo otra vez y verse reflejada en los dos espejos recordó todo su viaje y lo que había aprendido. Y se dio cuenta de la verdad: todas las cosas buenas que podían sucederle dependían sólo de ella, de la belleza que existía en su interior, y de la forma en que era capaz de percibir el mundo a través de esa misma belleza.

Y al entenderlo le sobrevino una alegría desconocida. Abrazó a su amigo, ese gnomo que todos tenemos y que siempre lleva razón, y juntos, cogidos de la mano, volvieron a bajar la montaña. Todavía había muchas aventuras que vivir.

Fin capítulo 30.

17 comentarios:

  1. Bueno, supongo que os suena... Ahora escrito, eso sí.
    Besos!!

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  2. Jajaja NURIETA/ALICIA, pues claaaro que recuerdo perfectamente este precioso cuento tuyo con otra versión diferente de personajes  durante el camino... justo el que suena en tu susurracariciante voz ( aun me parece increíble que lo grabaras a la carrera durante el trabajo, parece que se lo cuentas a alguien sentada a los pies de su cama en medio de la noche:-) y que le regalaste a  nuestro mágico gnomo particular de aquí ( J-Chan), también él le gustaría muchísimo a ANA, todas las ANAs encerradas, buscan desesperadamente un gnomo que les saque del maleficio en el que tienen la sensación de vivir  y a todas les cuesta comprender que es cierto que tooooda la magia está dentro de ellas y en ese camino que hay que disfrutar mientras recorres, te lleve a donde te lleve...es una pena que a veces nos sea taaan difícil disfrutar del viaje, demsaisada distracción negativa, demasiado ruido dentro y fuera, porque es cierto que el viaje y el paisaje que ves durante él, es lo único que importa. Ojalá no sea tarde para que ANA lo disfrute, bueeno, ella y todos.

    Un beso inmeeenso preciosa, hasta ese lugar en el mundo tuyo del que sé acabas de volver, pero va contigo, porque eres tú. Me gusta verte volver:))

    Yo también acabo de volver, pero de mi mar.
    Muaaaaaaaaaakkkss!! mi querida NURIETA.

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    1. María!! Nuestro gnomo se merece este cuento y mil más. Hay que disfrutar el camino, es cierto, pero a veces es difícil recordarlo. Me voy a apuntar a lo de tu silencio, a ver si acallando el ruido (sobre todo el de dentro) soy capaz de aclararme y disfrutar.
      Me he llenado de mariposas, de libélulas, de nubes, de aire puro este fin de semana. Y los muros... pues a derribarlos, a saltarlos o a rodearlos. A veces parece que no, pero estoy en ello.
      Mar?? Uhmmmmmmmmmmmm, con lo que me gusta... Algún día me escapo y vamos juntas.
      Besossssssssssssssssss!!

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  3. Quedò estupendo... calzado en la historia ;D

    Besos abisales

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    1. Mi editor quería incluirlo, y a mi al final me hizo ilusión. Me alegra que te guste. Me tomo 15 minutos contigo, para ser (cómo me ha gustado!!), y para ese café.
      Besos!!

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  4. Este es uno de tus textos más inspirados, me alegra que lo hayamos incluido. Además, el hecho de poder contar con tu voz para complementarlo nos permite en cierta forma innovar en lo que podríamos llamar un nuevo género: la novela-blog xD
    Felicidades, ya solo nos quedan once y el epílogo ;)
    Besos.

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    1. Ohhhh, gracias!! Me gusta que te guste. Novela-blog? Jajjajjaja Bueno, suena bien, hay que innovar.
      Ya tenemos el final, no? Sólo falta llenar huecos. Once... suena bien. Como mis once vigas.
      Besos, y gracias.

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  5. Ohhhh, mi querida Nuria... creo que sí, que me suena de algo. ;)
    Ahora escrito. Lo acabo de leer y me sigue pareciendo una pequeña maravilla. Estupendo e increíble que todo eso surgiera de tu interior sin planificarlo. Yo no sería capaz ni de lejos... Y vaya, cuando te dije que necesitabas una pluma como la que Denis regala a Karen para que escribieras tus relatos, te lo dije muy en serio; pero jamás pensé que el cuento acabaría insertado en una novela ;). Y la verdad es que le pega. El simbolismo de esta historia es impresionante. Dime: ¿de dónde brotó? Estoy por creer que del fondo de ese baúl que busca la princesa... Príncipes y princesas, sí; de estirpe real. Tod@s lo somos. A veces hay duendes y gnomos en el camino que señalan direcciones, pero la auténtica guía la llevamos en nuestro interior... y cuando habla... bueno, cuando habla dice palabras como las que un encanto de mujer grabó un día de manera improvisada; palabras con las que hizo muy feliz a cierta persona...
    Sabes, hay palabras que unen con lazos invisibles, y gestos que son casi casi demasiado de tan buenos... Gracias. De corazón.

    Un beso enorme, inmenso, grande como tú.

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    1. Sé que esos lazos existen, lo sé. Esos gestos recíprocos, ya sabes, esos son los que importan. Me emocionó hacerte feliz con tan poco, con un cuento grabado en el coche, en un descanso para comer. Es fácil hacerte feliz, jajajajaj no pides mucho.
      Las palabras nunca sé de dónde brotan, pero surgen ajenas a mi. Tal vez sea del baúl, sí.
      Me alegra que te guste que lo hayamos incluido. Al fin y al cabo es tuyo.
      Un besazo. Me debes el final de una historia, no creas que lo olvido. La curiosidad...

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  6. A mí me ha recordado "Viaje a Itaca"

    "Ten siempre a Itaca en tu mente.
    Llegar allí es tu destino.
    Mas no apresures nunca el viaje.
    Mejor que dure muchos años
    y atracar, viejo ya, en la isla,
    enriquecido de cuanto ganaste en el camino
    sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

    Itaca te brindó tan hermoso viaje.
    Sin ella no habrías emprendido el camino.
    Pero no tiene ya nada que darte.

    Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
    Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
    entenderás ya qué significan las Itacas."

    Efectivamente lo importante del viaje no es el destino si no todas las experiencias que se viven durante el camino, ese es el objetivo, aprender.

    Besos Nurialicia, y me alegro de ver el chiringuito abierto otra vez, aunque sé que de huesped de Mario has estado mimada y estupendamente

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    1. Gracias!!! Recordarte a Itaca es un halago enorme. El camino,... a veces me olvido, es cierto, al final es lo más importante. Sólo hay que fijarse un poco para encontrar tesoros.
      Está abierto, pero ando desconectada, el tiempo no me llega, juas. Si sobrevivo a mi nuevo minicurro (acojonadita estoy, yo para qué me meto...) te cuento. Si el fracaso es muy estrepitoso también! jajajaja
      En casa de Mario he estado muy cómoda, como en casa. Me ha mimado mucho, sí.
      Besos!!

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    1. Ohhhh, me regalas mariposas!! Eres genial, nunca me cansaré de decírtelo. No he desaparecido, pero estoy un poco... Tengo que estudiar mucho para mi nuevo minicurro, que estoy igual de ilusionada que de asustada. Sabes por qué tienen la lengua azul las jirafas (sí, sí, azul como los patos de ese cielazo)? Yo ahora sí, jajajjajaj Me falta tanto por aprender, tanto por memorizar... Ya te contaré. Espero no hacerlo muy mal.Los nanos son muy exigentes.
      Un besazo tan enorme como tu corazón!!

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    2. jajaja no estás y de pronto me pareces por todas partes ¡¡ lo harás genial el viernes !! xD NURIETA ¡¡qué guía va a contarles a los enanitos un cuento de cómo a las jirafas se les estiró el cuello y puso la lengua azul por chupar nubes!! incluso se lo puedes ilustrar con tus fotos, te adorarán:-)

      Veenga, no te entretengo, a chapaaar!!
      Muaaaaaaaakkss!!

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  8. ¿Solo once? ¿Cómo os las vais a arreglar para hacer que Alicia se líe con Ana y con Mario en solo 11 capitulos? Aquí hay un triangulo amoroso. O muere alguno o no se cuadra la historia. Yo voto porque muera Mario, me gusta el amor lesbiano.

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    1. Uhmmmm interesante... Con Mario? jajajjajajaj Hay triángulo? Uy, suena chungo, esas cosas nunca acaban bien. Alguien debe morir, sí. Te gusta el amor? Vale! Tomo nota.
      Un beso y ¿bienvenida?

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  9. Núria: paso para dejarte un abrazo y este fín de semana te leo la ventaja es que retrocediendo me pongo al día jejeje.

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