A él le gustaban los gatos y las series antiguas. Leía cómics que nadie recordaba, y coleccionaba frases de sobres de azúcar. Algunas le parecían una mierda, patadas en el estómago de la lucidez, pero aun así necesitaba reunirlas. Tomaba siempre el café sin azúcar en los bares, pero pedía doble sobre, ante la mirada cabreada de los camareros. Por la noche le gustaba tocar la guitarra. Sus vecinos no siempre estaban de acuerdo, pero él ignoraba sus gritos y sus golpes en la pared emulando solos de Slash. O si estaba triste escuchaba a Miles Davis, o música clásica para la melancolía. Su vecina del quinto había empezado a pensar que en aquella casa vivían 4 ó 5 personas. No era posible, opinaba alzando demasiado la voz en el rellano, que una sola persona escuche todo eso. Y eso que el casero dice que sólo vive uno, las narices, decía casi gritando, como si eso le diese la razón. Él la escuchaba y recordaba a su tío, que siempre decía que si necesitas levantar mucho la voz para defender tus razones a lo mejor es que no tienes demasiadas. Nunca saludaba a los vecinos, porque era un borde, opinaba la vecina del tercero. En realidad era demasiado tímido. Nunca entendió los tiempos en las relaciones, cuándo hay que saludar y cuándo está de sobra. Los ritmos sólo se le daban bien en la música.
Había conseguido un trabajo en una tienda de animales hacía tiempo. Algo para un par de meses, pensó, luego buscaré algo mejor. Pero nunca buscó otra cosa. Al principio pensó que era su eterna pereza, su miedo a los cambios. Luego se rindió a la verdad. La razón por la que no buscaba otro trabajo era ella.
Ella era delgada, pelo largo, nada en ella llamaba la atención. Le gustaba el rock. Aprendía idiomas escuchando grupos ingleses, y había empezado a entender algo de alemán gracias a un grupo extraño de folk metal. Le gustaba el principio de una canción que hablaba de la luna llena, con un arpa sonando en mitad de todo aquel bullicio. Estaba fuera de lugar, un poco como ella. Siempre llegaba tarde a todo en su vida. En realidad era excesivamente puntual, para compensar sus destiempos en las relaciones. No, no entendía a los seres humanos. Nadie entendía su gusto por los datos inútiles, por las palabras difíciles. Coleccionaba palabras perfectas en cualquier idioma. Largas, sonoras, con un significado rotundo,… No, a nadie más le interesaban.
Cada día al salir de clase pasaba por la tienda de animales, para ver a los conejos enanos. Había tenido uno, Momo, que había muerto en medio de una historia rocambolesca protagonizada por su vecino, el hijo de puta. Sólo lo había visto un par de veces, pero ahora sólo deseaba que no estuviese vivo, y eso le hacía sentirse mala persona y le aliviaba al tiempo. Entraba esperando encontrar uno igual al que rescatar. Momo era un fallo en esos cruces que hacen buscando el conejo perfecto. Debía tener las orejas muy largas y caídas, pero una de ellas se negaba a acercarse al suelo, lo que le daba un aspecto despeinado, muy punk, creía ella. Nadie lo había querido en la tienda, y cuando ella lo compró (a mitad de precio) era ya mayor. Lo imaginaba triste esperando que alguien se lo llevase de aquella puta pecera que los niños golpeaban con saña, viendo cómo siempre preferían a otros. Un poco así se sentía ella.
Al principio ni se fijó en el dependiente que andaba siempre medio escondido entre peceras y jaulas. Alguna vez se había cruzado con él en un pasillo estrecho y él había hecho movimientos extraños para evitar un roce mínimo. Qué curioso, pensó ella. Tal vez le moleste que le toquen desconocidos, como a mi. No sabía que él la observaba desde el primer día que la vio entrar, la chica con los ojos más tristes que había visto jamás. Cuando se cruzaba con ella en el pasillo, nada accidental, alardes de valentía, de tardes enteras reuniendo el valor, no la tocaba por miedo a besarla. Si la rozo siquiera no podré evitar besarla. La asustaré y huirá, y nunca más volverá.
Ella seguía observando conejos, esperanzada al ver alguno con una oreja un poco girada, mirando al techo, pero pronto la bajaban, y ella perdía interés. Poco a poco fue advirtiendo detalles del dependiente. Le gustaba cómo atrapaba con cuidado a los diamantes mandarines antes de entregarlos a algún cliente, o cómo acariciaba furtivamente a las cobayas cuando les ponía de comer. Le gustaba cómo pasaba las hojas de los libros, como en trance, y se preguntaba qué leería. Pero nunca se atrevió a preguntarle, ni a saludarle. Ni siquiera sabía cómo sonaba su voz.
Un día acabó la facultad y tuvo que volver a su ciudad. Se acercó a la tienda de animales, esperando reunir el valor para hablar con él, pero ese día estaba enfermo, así que cuando no le vio se fue sin más, convencida de que el destino no quería ese encuentro.
Han pasado 5 años. Ella camina por el andén del metro, pensando a qué empresa puede ir a entregar su currículo. Mira el plano, se gira, y se choca con alguien. Disculpa, dice, y de repente ve los ojos de él, inconfundibles, observándola. Ella está muy cambiada, pelo corto, otra ropa, pero esos ojos tristes…
Hola, cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mi? Soy el dependiente de la tienda de animales.
Joder, es verdad, cuánto tiempo. ¿Qué tal todo?
Bien, ¿y tú?
Bien.
Quiere decirle que de puta pena, que acaba de dejar una relación difícil y se ha mudado, cambiado de corte de pelo, de estilo de ropa. Quiere decirle que si le apetece tomar una cerveza y ponerse al día de una vida entera, porque nunca han hablado. Pero calla, asustada por sus destiempos, convencida de que, como su ex le dijo, nadie más que él la puede querer.
Él quiere besarla, sin más, ya hablarán luego, cuando deje de hablar la piel, cuando el dialogo de cuerpos haya cesado. Quiere acariciarle la nuca, desprotegida ahora de su larga melena, acompañarla a tomar todos los cafés del resto de su vida. Total, nadie le espera, sólo tiene un rollo informal con la tarada de la tienda de videojuegos. Ni siquiera hablan. Sexo. Punto.
Llega el metro. Titubea. Espera que ella de el primer paso. Ella espera una señal, que él se acerque un milímetro más. Nada. Bueno, adiós. Y sube al metro cuando ya se cierran las puertas. Ni siquiera sabe en qué dirección le lleva.
Putos destiempos.
No le intereso.
Pd: Así se libran de fracasos, de dolor, de conocerse y decepcionarse. O no. Tal vez no.
Cuántas veces sucederá así o parecido. Es terrible la última reflexión, "Así se liberan de fracasos, de dolor, de...". Terrible por el ambiguo "Tal vez no". Cuántos proyectos habrán quedado truncos antes de comenzar. El miedo a ese tipo de rechazos es un miedo inútil, ¿qué podría perderse?. Quizá lo que frene no es el miedo al rechazo y lo que frena sea el miedo a la decepción. Eso es más razonable. Me pregunto si tendremos un sexto sentido para estas cosas. De existir, no pareciera que todos lo tuvieran, a juzgar por los resultados. O sí y no se le presta atención, ¿quién sabe?. Últimamente escribo "¿quién sabe?" cada dos renglones. Debería rever esto.
ResponderEliminarMe encantó el fondo de la historia y también la forma.
Un beso grande
Mi vida es un eterno ¿quién sabe?
EliminarNos da miedo el fracaso más que el rechazo. La gente empieza las relaciones pensando en si acaban, en cómo acabarán, etc. Nos aterra que el otro no cumpla nuestras expectativas, que la relación no sea lo que esperábamos. Yo creo que sí tenemos un sexto sentido, el instinto, pero nos hemos olvidado de escucharlo. Yo ando con el gps averiado, dándome direcciones equivocadas. Parezco una pobre gilipollas dando bandazos en plena autovía. Voy a ver si me reinicio.
Gracias! Un beso enorme!
Tengo un amigo que resume de forma menos romantica pero más efectiva tu entrada, con permiso y sin animo de ofender, dejo tan egregio pensamiento:
ResponderEliminar"Cuantos polvos se pierden por no preguntar.."
Ejem, ejem, un beso...
Jajaja cierto! Tu amigo es un sabio. Aunque creo que en este caso de haber preguntado y luego (por supuesto) follado, después se habría ido todo a la mierda. Demasiado... Perfectos el uno para el otro, juas. Eso sí, el polvo preguntando seguro que sí xP
EliminarBesos, ejem
Te leo embobado como un niño que escucha un cuento. Me gustan mucho tus ficciones y tu manera de escribir.
ResponderEliminarLos destiempos son jodidos; pero no importa, lo mejor está por llegar.
Tal vez sea una defensa tonta, pero yo he aprendido a creer. Pienso que si tienes que estar con alguien, no importa cómo, cuándo o por qué, estarás; y si acabas no estando, es que no es para ti. Una defensa tonta, ¿pero qué más da? Sé loca, ten fe. A la mierda las razones, a mi patata no le valen. Necesito creer que lo imposible es posible si lo necesito. Necesito levantarme por la mañana y confiar en que todo estará bien aunque no lo esté. Cada día me vuelvo un poco más tonto y libre de mí. Mis paranoias parecen de chiste. Mis miedos fantasmas con la sábana desteñida. Si te quedas mirándolos fijamente, todos sin excepción acaban enseñándote el culo. ¿Qué mas da? Si todo va mal, mañana irá bien; si hoy toca lágrimas, mañana felicidad. Siempre hay gente que te quiere bien por el simple hecho de ser tú. A los demás que les den, por miopes e ignorantes.
Hay gentes torpes a las que les gustan los detalles, las palabras difíciles, y los datos inútiles. Hay gentes torpes que meten la pata sin darse cuenta y te piden perdón.
Sigues siendo la misma chica terrible de siempre, no importa cómo ni dónde estés; y me niego a cantar a Ismael Serrano, pero te digo que aunque triste sigues siendo la chica más querible de la ciudad. Así que aunque suene loco, tengamos fe. No importa de qué manera, pero tengamos. Lo que hoy no marcha, marchará. ¿A que no me apuestas otra cerveza? Ya sabes lo que te pasa siempre que nos jugamos algo...
Descubre para qué te cortaste el pelo. Esto no ha hecho más que empezar. Hoy es el primer día del resto de tu vida.
Ah, por cierto: Unamuno fingía muy mal la fe. Una de las ventajas de no ser feliz es que la infelicidad te hace mover el culo. Es un combustible excelente para regresar de vuelta al hogar; a un lugar seguro que siempre se ha encontrado en tu propio interior, y no en el de ninguna otra persona. Ahora que te has cortado la melena para algo, te deseo un feliz reencuentro. Solete, la próxima vez que te veas, quiérete mucho en plan salvaje y bésate de mi parte a discreción. Verás que pasadas las resistencias iniciales este vicio engancha ;).
Muaaaaaaaaaaaak!
Pues hay gente torpe a la que abrazaría siempre, gente que te hace sentir que cualquier cosa es posible, y que todo saldrá bien. No necesitan pedir perdón. Soy yo la que debería pedirlo.
EliminarApuesto contigo, pero sólo porque mataría por esa cerveza riendo contigo.
Unamuno creo que intentaba ser positivo en una situación de mierda, pero su frase da risa amarga cuando eres infeliz. Yo estuve riendo un par de minutos en mitad de un bar cuando lo leí.
Mi conexión es penosa, y me cuesta contestar, lo siento.
Ohhh, me encanta esa canción de Ismael. Gracias.
No me beso mucho porque no me quiero demasiado. Hoy no me gusto ni un poquito.
Te beso a ti, y te abrazo. Mañana lo intento conmigo.
Besos!
Cuantas veces pasa eso en la vida, Nuri¡¡¡ Por no atreverse a dar el primer paso, te pierdes quizás un buen tramo del camino andando de la mano de una persona con la que seguramente tendrías mucho que compartir... Y no solo en las relaciones humanas pasa eso... En un posible trabajo, en una oportunidad para cualquier cosa.
ResponderEliminarEs fundamental superar complejos, miedos, y lanzarse a la piscina. Creo que esta es una actitud que vas aprendiendo con la edad... Cuando ya el fracaso que anticipas no te da tanto miedo porque evalúas la situación y piensas que, vale, igual pierdes, pero si ganas, ganas de verdad.
Un beso fuerte, Nuri.
Lo que dices es cierto. La historia es de dos personas más jóvenes, tal vez la Nuria que fui. Hoy me arriesgaría, y seguramente fracasaría, porque yo soy yo, pero mejor eso que quedarse con la duda. Me quedé con una duda de esas más de 20 años y es peor que cualquier fracaso, por más que este duela.
EliminarAhora intento arriesgarme y atreverme también en otros ámbitos, aunque a veces es tentador no intentarlo, y así el fracaso no es atribuible a mi, más bien a las circunstancias. Pero lucho contra ello. Estaré madurando xP
Besos y gracias Novi!
Hola, doña escritora de ficción :-). Pues fíjate, el uno está hecho para el otro. Parece que ambos tienen excusas para no socializar. Una vida no se puede basar en excusas, hay que dar un paso, joder. ¿Qué se puede ganar, un no? Pues el no ya lo tienes. ¿Meter la pata? Seguro que hay millones que la han metido mucho más. No entiendo que haya una excusa para saludar (timidez), otra para no buscar trabajo (una mujer), otra para no entablar una conversación, o para no follar. Excusas para todo, venga ya, eso no es vivir, es pedir perdón al mundo por respirar. Imagínate a Adán tan tímido… ¡no existirías! Pero le echó huevos y le dio una manzana a Eva. ¿Pero qué Paraíso es aquél en el que ni te atreves a acariciar a una serpiente? Hummm, ¿o no era así la historia? Bueno, el caso es que follaron y tuvieron hijos y la endogamia hizo que salieran políticos y banqueros. Eso sí, ellos saludan, que para algo está la evolución. Besosmuchos, Nuriña, joder, ahora ya tengo idas de olla hasta en los comentarios… ¿me estaré metiendo demasiado en el personaje jejeje?
ResponderEliminarJajaja Lo de la endogamia me ha encantado! Oye, tu comentario es casi uno de esos posts que tanto me gustan.
EliminarSon excusas, es cierto, pero son más habituales de lo que crees. Y la timidez es algo difícil de superar y controlar. Yo ahora me pongo la máscara del curro y parezco muy sociable, pero durante años fui él, sin saber cuándo saludar, sin atreverme. Mi fama de borde se debe en gran parte a eso. Ficción, sí, aunque soy un poco ellos dos, sin saber tocar la guitarra, eso sí.
Lo del paraíso me parece más razonable como tú lo cuentas. A todas estas... Te gustaría la tal Eva siendo (como debía ser) una mujer sin ombligo?
Besosmuchos y un abrazo largo. Gracias por hacerme reir.
Si no tiene mucho pecho, es delgadita y tirando a alta, no me importaría mucho el ombligo, la verdad. Si además es femenina, mmmmmmm mucho más. Pero claro, no creo que fuese demasiado femenina.
EliminarLo que pasa es que estar hecha de barro... no sé, no sé, me gusta más el sabor de la carne y de los rincones... Por otro lado, si está hecha de barro, con apretar su vientre (que no barriga), ya podría fabricarle un ombligo y beber en él pacharán. O hacer un poquito de sidra con la manzana...
Me gusta la idea de beber pacharán de un ombligo en un vientre (que no barriga, buena puntualización). Pero con sabor a barro...
EliminarYo es que a Eva siempre la imagino voluptuosa, debe ser por los pintores clásicos. Y si añades la serpiente me la imagino en plan Salma Hayek en "Abierto hasta...", y me da a mi que a ti esa Eva como que no.
Un besazo, besosmuchos y gracias por ombligo al pacharán.
Todos los pájaros son bellos cuando los ves a lo lejos volando en el cielo, como si huyeran de nosotros; pero si se acercan demasiado, nos asustan y hasta podemos temer que no den un picotazo. Pobres bichos, si supieran el mullido y cálido nido mental que hemos fabricado para ellos.
ResponderEliminarOhhh, me encanta la metáfora. Nidos mullidos, sí. Tal vez demasiado. De tanto imaginar lo que sólo intuimos creamos seres que no existen.
EliminarPicotazos? Me suena. Se acercan y hiuimos temiendo, yo creo, que los sueños se cumplan y resulten pesadillas. Hoy divago.
Me ha gustado, sí. Muy buena. Gracias.
Muchos besos.
Si hay una tercera vez no la desaproveches.
ResponderEliminarNo te parece?
Besos.
No la habrá, pura ficción. Pero si la hubiera estoy segura de que la aprovecharían, y seguramente fracasarían. La vida, ya sabes.
EliminarUn besazo Torito!
Una historia triste, de gente algo cobarde que no nos corresponde juzgar, pero sí acaso los vuelves a ver, a él o a ella, diles que hay que llenarse de chichones la cabeza, para encontrar la salida de esta gruta oscura en la que nos ha tocado nacer...o morir en el intento...podría poner unos cuanto tacos de adorno, pero no creo que mejorasen para nada el comentario. Verdad?. Feliz día Nurieta y un beso...
ResponderEliminarTu comentario no necesita tacos. Seguramente mis escritos tampoco, ni mi lenguaje habitual... Un secreto? Abuso de ellos porque no he dicho ni uno en casi 20 años. Es una mezcla entre rebeldía y querer recuperar algo que has perdido. Con la música y el pelo me pasa lo mismo.
EliminarSon cobardes. Hay gente así, con una timidez patológica, incapaces de dar un paso por el terror. Pobres. Luego decides darte golpes con la vida y tropezar. Avanzas, pero duele bastante, juas.
Si los veo se lo diré.
Gracias, y feliz día Carlos!
Y un beso! Imperdonable olvido.
EliminarNo me referia a tus tacos, Nurieta, más bien a los mios, ¿Un Secreto de papi?. Son los que en su día debieron impulsarme y no lo hicieron...paso la vida y de aquello, no quedo sino un agujero en la memoria...como cuando arrancas una flor con raices en el campo...No me disculpo, yo también fui un cobarde...agaché la cabeza y me marché lejos, después, cuando triunfé, ya era tarde...
EliminarSuena triste, a destiempo. Te abrazo.
EliminarOooh... Es tan triste... Y bonito... Y realista.
ResponderEliminarPor eso es triste, supongo.
Los destiempos son un asco, a veces creo que es como una broma pesada. Algo maquiavélico, pero eso supondría la existencia de algo en lo que no creo. Y los patológicamente tímidos, los asociales, los "raros", tenemos muchos, no?
Me encantan tus personajes. Me encantan tus cuentos.
Bueno, pero es que me encantas tú.
Tenemos que no ser un destiempo, eh? Hay que encontrar ese hueco, momento, lo que sea.
Un beso bonita.
Ese café-cerveza-café se dará, estoy segura, no seremos un destiempo.
EliminarCreo que es como dice Toy folloso, que los tímidos nos refugiamos aquí. O tal vez es también que los raros nos atraemos, y por eso hemos creado nuestra pequeña familia disfuncional (como define un unicornio a este grupo en el que se incluye).
Mis personajes se parecen un poco a nosotras, por eso te gustan, supongo. Ohhh, tú a mi también me encantas.
Besos y gracias preciosa.
Pd: mis historias tienen finales tristes porque no recuerdo ninguno feliz. Empiezo a creer que no existen, al menos para mi.
¿Puede un post ser eterno?.
ResponderEliminarEl tuyo me ha recordado con absoluta claridad a este de NeoGurb publicado hace ocho años....
Dos puñetazos en el estómago, sin contemplaciones, a quienes nacimos con el defecto de la timidez.
¿Buena parte de los cuales escondidos bajo las enaguas de Blogger?.
Bienvenido y gracias por el regalo. Es cierto que son parecidos de alguna forma. La timidez, dejar pasar un instante, una oportunidad, arrepentirnos después.
EliminarYo soy una de esas tímidas terribles, pero he aprendido a disimularlo. Aun así aun me pierdo en los tiempos, y saludar me cuesta un esfuerzo que sólo un tímido tímido puede llegar a comprender.
Muchas gracias y un beso.
Oda a la timidez.
ResponderEliminar(Ya sé que entro en tu blog como un elefante, -poniendo enlaces y tal- pero, llevar tiempo en mi blogroll debería darme alguna licencia, ¿no?).
Cuando escucho esa canción siempre me veo reflejada. Has visto "El columpio"? Es un corto español que me regaló María hace tiempo y del que siempre me acuerdo. De hecho la escena del metro no es igual, pero sí similar.
EliminarTe explicaré una cosa: me encanta que me regalen enlaces me siento como si fuese navidad y me trajeseis regalos. Además, me gusta pensar en esto como en el típico bar de barrio donde te reunes con los amigos y hablas de lo que quieres. Ponte cómodo, me ha encantado tu entrada. Vuelve cuando quieras. Te pongo algo? Juas.
Me tienes en tu blogroll? Gracias! En serio, muchas gracias y otro beso.
Yo sí que llego a destiempo cielo y... a deshora, tarde, mal y arrastras, lo sieeento... nadie se libra mi querida NURIETA, naaadie...ni de la timidez, ese mal patológico contra el que se lucha hasta morir que a algunos les hace callar cuando deben hablar y a otros les impide dejar de hablar cuando deben callar... de pornto un día de tanto intentarlo ¡¡zaass!! te quedas muda... xD!! qué difícil el justo medio, qué difícil ser puntuales y exactos... qué imposible es eso y sin embargo, ahí estamos intentándolo... veeenga a darle vueltas a la manecilla del reloj a ver si por fin va en hora, perooo jooo!! no hay tutía;))
ResponderEliminarCreo que en el fondo todos somos versiones diferentes de una misma melodía, ellos, tú, yo ... toooodos ¿sabes qué preciosa? creo que necesitamos urgentemente un experto relojero porque empiezo a ver taaanto y tanto reloj parado que asusta y ¿sabes otra cosa? prefiero mil veces ir a deshora que pararme... eso, jamás!! aunque se me vuelvan locas las manecillas... ¿me das la mano y giramos juntas? si te mareas te agarro fuerte y si ves que me mareo yo ¿me agarrarás tú por favor?
Oootra cosa... estáis guapísimas las dos, guapísimas... a tu carita le sienta perfecta la media melena... ya casi es así, meeencantó... graaaciaaaas y sí... todo bien, si no fuera porque es septiembre, todo perfecto;))
Mil besos y toooodo el cariño que te debo... contigo, me pongo en hora ya mismo, prometido!!;))
aaaaaaahhh me llegan hasta la médula tus narraciones...te encontré por casualidad, aunque dicen las casualidades no existen...ah! me acordé...es verdad!...te estaba buscando!!! Un abrazo grande desde la patagonia Argentina
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