A veces la vida parece empeñada en descojonarse en tu cara, y la hija de puta tiene un sentido del humor perverso, de esos que me encantan si no fuese porque viendolo desde dentro no tiene ni puta gracia. Es una especie de sucesión de hechos absurdos. Mi pequeña serie de catastróficas desdichas (sí, como aquella película que siempre me hace sonreir).
Yo solicité justicia gratuita, porque no puedo permitirme pagar un abogado, costas, etc. Al tiempo me asignaron a una abogada muy mona y muy absurda. Imbécil, eso también. Es una especie de pija que se hace la simpática, pero que usa muchos tecnicismos y habla demasiado rápido para que no sepas qué coño dice. Igual ni siquiera ella lo sabe.
Ella redactó un borrador de demanda. Yo, que no tengo ni idea, porque no tuve la feliz ocurrencia de estudiar derecho (no, yo tenía que ser poco previsora y poco práctica y estudiar biología, joder), le mandé a María el borrador. Ella puso el grito en el mail y me pidió que no le dejase presentar eso, que me dejaba en una situación penosa.
Llamadas a la inútil, a mi (también bastante inútil), y al final, desesperada, María decide redactar ella la demanda y convencer a la boba de que la presente. Ella, encantada de ahorrarse trabajo (eso sí, primero tuvo que resolver dudas sobre si podía pedir medidas cautelares ella misma, ay), presenta el trabajo de María como propio, y tan contenta.
Hasta aquí todo un poco absurdo, pero vale.
Fecha para la vista: 3 de marzo. Luz al final del puto tunel eterno.
Harta de no tener noticias llamo a mi querida letrada de oficio y me cuenta ("Ay, Nuria, a punto estaba de llamarte", como siempre que la llamo, juas) que igual no hay vista, que hay un jaleo de competencias.
María al rescate de nuevo. Me asesora, llama al juzgado,... Al final voy donde ella me dice y averiguo:
Mi abogada se equivocó de juzgado al presentar la demanda (aunque ella sigue convencida de que no, miles de explicaciones llenas de tecnicismos me ha dado, y si al final deciden que sí, hemos ahorrado tiempo, dice. Ayyyyyyyy). Vale, pensareis, pero en el juzgado no la admitirían. ¡Error! (horror).
El día que se presentó mi demanda la encargada de admitirla a trámite se rompió un pie (sí, ese mismo día), y se cogió la baja. Los compañeros estaban desbordados, se liaron porque no era lo que ellos hacían, o yo qué sé. La admitieron.
Bueno, pero alguien se daría cuenta. Pues no. O sí. El juez dio el visto bueno, el fiscal igual. Me dan fecha para la vista, informan a mi no-querido aun (y parece que hasta el fin de los tiempos) marido, que me dice que la retire, que yo le quiero. Pero al final solicita abogado viendo que yo no cedo. Su abogada, claro, es más útil que la mia, y dice "eh, que esta tía se ha equivocado de juzgado" (bueno, mucho más formal, pero eso).
Y aquí estoy. Jodida. Que me rompen a pedradas la luz del final del tunel, coño.
Menos mal que está María. Algo muy bueno he tenido que hacer para tenerla.
Ahora intentamos que me asignen otro abogado, a ver si este...
Y no, no os preocupeis. Estoy entera y bien, descojonada de la risa por tanta mala suerte.
Vida, te vas a tener que esforzar más en putearme para extirparme la risa. Es un defecto congénito. Venga, que te espero. Soy la de la sonrisa.