Llego al barrio de
extrarradio sobre las doce. Parece casi un gueto, está todo cerrado menos un
pequeño bar en la esquina que más bien parece una tapadera de algún asunto
turbio. Llamo varias veces al telefonillo. No hay respuesta. Aprovecho que un
vecino sale del portal para entrar. Llamo al a puerta. Nada. Bien, quizás sea
mejor así. Saco unas ganzúas y empiezo a manipular la cerradura. Estoy algo
oxidada desde que Miguel me dio aquellas clases, pero es una puerta antigua, no
me cuesta demasiado. Siento una ligera excitación, me cuesta reconocerlo pero
echaba de menos todo esto.
Entro y cierro la puerta
con cuidado. Pasillo. Salón. Vaya, parece una pequeña biblioteca: estanterías
cubriendo las paredes hasta el techo llenas de libros, películas, ¿cómics?
Vaya, alguien no ha superado su etapa de adolescente. Sillón, televisor lleno
de polvo, persianas bajadas. No hay cortinas. Curiosa la mezcla de dejadez y
utilitarismo, no hay objetos decorativos, ni fotos. Me acerco a la estantería
de cds de música. Soy curiosa, no puedo evitarlo. Buen gusto, ecléctico. Miles
Davis, clásica, rock, heavy, bastantes vinilos de música electrónica que solo
ha podido conseguir de importación…
De pronto escucho un ruido. Joder Alicia, tendrías que haber comprobado primero todas las habitaciones. Vuelvo a la entrada, la cocina está a mi izquierda, el pasillo avanza un par de metros y luego gira a la derecha. Al final hay dos habitaciones, una debe de ser el baño, es de la otra, cuya puerta está entreabierta, de donde procede el sonido. Me acerco, el corazón se me acelera, hay alguien dentro. Abro del todo la puerta, la habitación está en penumbra, Mario –le reconozco por las fotos- está desnudo, atado con unas esposas a la cama. Me sonrío: Ana volviendo a las andadas. De todas formas esto facilita las cosas, es un buen escenario para una charla.
De pronto escucho un ruido. Joder Alicia, tendrías que haber comprobado primero todas las habitaciones. Vuelvo a la entrada, la cocina está a mi izquierda, el pasillo avanza un par de metros y luego gira a la derecha. Al final hay dos habitaciones, una debe de ser el baño, es de la otra, cuya puerta está entreabierta, de donde procede el sonido. Me acerco, el corazón se me acelera, hay alguien dentro. Abro del todo la puerta, la habitación está en penumbra, Mario –le reconozco por las fotos- está desnudo, atado con unas esposas a la cama. Me sonrío: Ana volviendo a las andadas. De todas formas esto facilita las cosas, es un buen escenario para una charla.
Mario: (Balbuceando
con los ojos cerrados) …tuvieron que mutilar el secreto de la nada…Peter
Punk en la playa desierta…contra el tiempo que corre la sonrisa del
coyote…apresando al dragón….
Alicia: Mierda, está totalmente ido. Parece drogado (le da un bofetón) ¡reacciona!
Mario: (Abre los ojos
de pronto) Ah, eres tú. Kirk me dijo que vendrías…
Alicia: ¿Cómo? ¿Quién es Kirk?
Mario: (Habla con voz pastosa) Kirk, mi gato,
está ahí, observándonos desde la mesa del ordenador (Alicia mira en esa dirección pero no hay nada, de hecho ella es alérgica
a los gatos, lo habría notado nada más entrar en la casa) ...la llave de
las esposas también está sobre la mesa. Ana. Ana la dejó ahí. Aunque quizás… (sonrisa inconexa) prefieres que siga
así…
Alicia: (Le da un buen repaso con la
mirada) Siento decirte que no eres mi tipo. Estoy acostumbrada a hombres mejor... dotados. Ahora vamos a lo importante: cuéntame
todo lo que ha sucedido con Ana. Luego hablaremos de Natalia... Ocultar pruebas es un delito, deberías de saberlo.
Mario: No deberías seguir con esa pose de chica
dura, me excita demasiado y ahora me sería imposible disimularlo… (Hace un gesto como si escuchara algo a lo lejos)
Kirk tiene un mensaje para ti de Hugo, dice que le encanta soñar contigo.
Que no estés triste, no fue culpa tuya, la… (Hace
un gesto de dolor, pierde el hilo, deja caer la cabeza de lado, inconsciente)
Alicia: ¡¿Qué…?! ¡Oye! (Le zarandea y le da otro bofetón) ¿De qué coño estabas
hablando, con qué te has drogado?
Mario: (Se despeja) Mierda, ¡¿puedes
dejar de pegarme?! El contexto es el adecuado pero deberías de ser tú quien
llevase las esposas, ¿puedes quitármelas por favor?
Le miro. Maldita sea. No debería. Quizás sea peligroso. Y además, lo
que ha dicho antes… Dudo. Pero siempre me fio de mi instinto. Cojo la llave y
le quito las esposas.
Mario: ¿Puedes acercarme los pantalones? (Se los pone. Cuando va a levantarse nota un
mareo y se deja caer de nuevo en la cama) Ana utilizo Rohypnol para
drogarme, es como la peor resaca de mi vida multiplicada por cien. Dios... (Me mira fijamente) Te agradezco la
ayuda pero, ¿quién eres, cómo has entrado en mi casa?
Alicia: Soy detective, he sido contratada por los
padres de Ana. La puerta estaba abierta… ¿conoces a Hugo?
Mario: ¿Hugo? No, no conozco a nadie con ese nombre.
Mira, estaré encantado de ayudarte en todo lo que pueda. Pero antes necesito despejarme,
¿puedes esperar unos minutos?
Alicia: Sí, claro…
Al rato se escucha el ruido de la ducha. Echo
un vistazo a la habitación, sí Ana ha estado aquí quizás haya dejado alguna
pista. En el suelo encuentro un portátil. Lo enciendo. Justo cuando estoy
accediendo al correo suena el móvil.
Alicia: Hola Miguel, dime.
Miguel: Natalia está conmigo, ¿dónde estás?
Alicia: Estoy en casa de Mario todavía…
Miguel: Perfecto, espéranos allí. Tengo novedades.
No te van a gustar. (Cuelga)
Fin capítulo 20.
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