miércoles, 23 de octubre de 2013

V y el dragón

Siento tener esto abandonado y lleno de pelusas, con los comentarios sin contestar (eso es lo que más me fastidia). Sigo sin ordenador, aunque ya he recuperado el router, juas. Con el móvil me está resultando difícil comentar, se borran y me desespero.
Grabé un cuento mientras lo inventaba para Valeria. Quería enviárselo a j., sé que le encantan. Como le ha gustado he decidido colgarlo.
La calidad es penosa, y es totalmente improvisado sobre la marcha. No es muy... pero me apetecía compartirlo. Sois mis niños, juas.

Valeria y el dragón

sábado, 12 de octubre de 2013

Explicación breve...

Sigo sin ordenador y mi móvil ha entrado en rebeldía. No me carga páginas, así que no puedo leer ni comentar. Es extraño porque las aplicaciones de correo y twitter funcionan bien. No es problema de cobertura. Es la tecnología, que se alía contra mi.
Mi karma sigue dándome de hostias (ahora se me ha roto el coche, juas, eso sí, me dio un ataque de risa en lugar de ponerme a llorar, fue como "¿Algo más?"), pero yo me pongo de pie, como uno de esos tentetieso. Me está sorprendiendo mi tolerancia a los golpes de suerte (jajaja). Venga vida hija de puta, lanza el siguiente derechazo, que en un ratito me tienes aquí de nuevo, rehecha y sonriéndote.
Vuestros comentarios me emocionaron tanto... Me hicisteis llorar, pero sonriendo. Sois geniales. Os contestaré uno a uno en cuanto la tecnología me lo permita. Algo genial he tenido que hacer para que seais tan increibles.
Vuestro cariño me ayuda a levantarme, de verdad.
He venido a mi lugar en el mundo y he conseguido hablar con el dueño de la casa. Es extraño porque casi nunca viene. Yo no había hablado con él. Le debemos mucho más dinero del que pensaba, pero me escuchó y me entendió. Fue genial. He pasado vergüenza, mucha, y me he puesto triste y nerviosa. Pero él me ha acabado diciendo que si le pago los gastos (luz, agua, etc) que debemos desde hace ¡dos años! el resto ya lo iremos arreglando. Dice que pagando gastos no tengo que irme inmediatamente, que necesitaré esto para lo que queda de proceso (juro que yo no lo mencioné) y que ya veremos cómo me va la vida y si al final tengo que dejar la casa o podemos renegociar condiciones.
Eso sí, dice, a ese menda no lo quiero volver a ver. Ya me tiene de darme largas hasta...
Al final por muy buen actor que seas se acaba despegando la máscara, se mueve y la gente lo nota. Espero.
Sigue siendo mucho dinero, pero puedo asumirlo aunque sea poco a poco.
¿Ves vida? Ya me he vuelto a poner de pie. Aquí te espero. ¿Qué golpe vas a usar ahora?
Pd: He salido a desayunar al patio y he descubierto que una gata y tres gatitos han adoptado mi casa como propia. No sé, me han hecho sonreir.

jueves, 10 de octubre de 2013

Cien euros compraban mi felicidad

Sigo sin ordenador. Me perdonais la entrada. Sé que no tengo de qué quejarme cuando hay gente pasando hambre. Pero duele. Duele del copón. Espero me disculpeis.

viernes, 4 de octubre de 2013

Cartas que nunca recuperaré, cartas que nunca olvidaré

Aviso: Esta entrada va a sonar a autobombo. No lo es. Lo que voy a enseñar dice mucho más de la persona que lo hizo que de mi.


No conservo apenas cartas de mi adolescencia, de cuando empezaba a vivir. Tampoco guardo mis diarios. Nunca entendí los celos por una vida que yo había tenido antes de conocerle. Pero fui tan estúpida que me deshice de todo, tire todo para evitar situaciones incómodas.


No guardo las cartas de mi primer novio, aquel que me escribía cartas cuando viajaba. Tenía 6 años más que yo, y su empeño fue subirme la autoestima. Quería que me quisiese, que fuese fuerte, que pudiese mantener la mirada. Creo que sólo consiguió que sea capaz de mantenerle la mirada a cualquiera, eso lo hago de puta madre. Lo otro... le quedó trabajo pendiente. O lo consiguió y luego la perdí.

No conservo las cartas de mis amigos que recibí aquel verano que pasé en Inglaterra. Había una que me habían escrito entre todos, en aquel primer verano lejos de ellos. Un párrafo de cada uno, todos, hasta los más duros. Recuerdo la felicidad que senti al recibir aquella carta, pero soy incapaz de recordar ni una frase, ni una puta frase.


No guardo las cartas de mi mejor amiga desde 3º de EGB hasta la universidad, la persona más tóxica que he conocido. Mi padre, la persona más tranquila que conozco, le pidió que no volviese cuando se metió con mis caderas y mi cuerpo delante de él. Yo estaba en una lucha difícil, delgada, casi tanto como ahora (no estoy tan delgada, pero había perdido peso de una forma insana), quizás más. Pero ella seguía con su crítica constante. Ahora que lo pienso, dejé a una persona hija de puta para unirme a otra. Muy lista no soy, no. Esas igual mejor no guardarlas.


No tengo las de uno de mis amigos. No tenía pareja cuando se fue a Ceuta a hacer la mili. Joder Nuri, no tengo a quien escribir. Escríbeme a mi, le dije yo. Se pasó la mili mandándome cartas llenas de dibujos, con chistes que me hacían reir a carcajadas. Mi padre las miraba receloso.


Hace un par de años encontré escondida en la casa de mis padres en el pueblo la caja de mis viejas Converse. Allí dentro había un pequeño diario, el primero que escribí, trolls, chupetes de plástico de mi vieja pulsera, entradas de discotecas, algunos mecheros (me encantan los mecheros, así que la gente me los regalaba, aunque nunca fumé), y un par de cartas. Una era de un chico que se despidió de mi con un "Te devolveré tu cinta de los Four non blondes cuando te odie menos". Cuando le veo no me saluda. Si voy con mi hermana saluda con un "Hola M (M es mi hermana)". Imagino que no recuperaré mi cinta. Da igual, me bajé el CD hace tiempo. La otra era de un amigo que conocí aquel verano en Inglaterra, alguien muy importante, a quien recuperé años después. Me hizo mucha ilusión encontrar esa carta justo en ese momento, justo en ese.



Un tuitero joven decía que nunca había recibido una carta. No sé, seré retro, pero a mi me encanta recibir cartas. Las puedes tocar, releer, son algo físico, con olor propio. Puedes acariciar recuerdos cuando ya sólo son eso. Son recuerdos importantes. Para mi lo son. Ahora las guardo con mimo. Aun hay gente que envía cartas. Me gusta ver la letra de las personas a las que quiero. La letra dice mucho de las personas. Ahora que lo pienso,... no sé cómo es tu letra. Imagino que nunca lo sabré. Moriría por saberlo.


Hace 5 años una amiga intuyó que estaba mal, supongo, y me hizo una carta preciosa. Recibí un sobre tamaño folio lleno de letras preciosas, humor y mucho amor. Algo muy bueno he tenido que hacer para que alguien se tomase el tiempo, el trabajo y la molestia de hacer algo así.


Últimamente los pequeños gestos de las personas que me rodean me rescatan. Ayer encontré esta carta. Y sí, me he vuelto a emocionar.


la carta (versión acústica) by Héroes del Silencio on Grooveshark My Friends by Red Hot Chili Peppers on Grooveshark