jueves, 26 de abril de 2012

Desesperanza...


La desesperanza es una jauría de mariposas negras, que atacan con sus afiladas garras y sus probóscides en forma de punzón aserrado, desgarrándote hasta las entrañas.
La desesperanza son polillas que se meten en tu boca y se instalan en tu garganta. Allí aletean hasta que te asfixian.
La desesperanza es un lodo pegajoso que lo llena todo, que se adhiere a tu piel, a todo el cuerpo, que llega a los pulmones y los encharca, cubriendo hasta el último alveolo, matándote poco a poco.
Es saber que no tengo que mirarle a los ojos (no podría aunque quisiera) para saber que no volveré a verle.
Es un exámen que suspenderás, un trabajo que sabes que perderás, un último beso que ya casi no recuerdas.
Es alguien que se niega a terminar.
Es un muro contra el que chocas una y otra vez, destrozándote hasta el alma, mientras él se mantiene impertérrito, sin moverse ni un maldito milímetro.
La desesperanza es creer que no, más allá de que sea o no.
Es que afuera no haya ni una puta nube y mientras adentro siga el diluvio. Ser selva tropical en época de lluvias.
Es que sea primavera y seguir viendo sólo árboles con ramas desnudas.
Hoy no busqueis a la desesperanza. Hoy es toda mía. Hoy soy desesperanza...




Pues eso, ¿quién me ha robado el mes de abril?

domingo, 22 de abril de 2012

Adaptarse o morir.

Hay que saber adaptarse, es la base de todo. Cerca de donde vivo hay un bosque en la playa. Los pinos crecen entre las dunas. Observando las plantas me he puesto a pensar en lo importante que es adaptarse. Las plantas en el litoral adoptan formas que les ayudan a resistir el viento, la arena golpeando, etc. Algunos árboles se retuercen en posturas imposibles, en su lucha por adaptarse (ya, ya sé que no es tan sencillo, pero me permito simplificar).



Es importante tener capacidad de adaptarse, de poder habitar en distintos lugares, ser capaz de convivir con gente distinta. Todos, cuando convivimos (todos convivimos, de un modo u otro, ya sea en casa, en el trabajo, ...), nos adaptamos, cambiamos cosas para mejorar la convivencia. Puede que toleremos música que jamás escuchariamos, o hablemos de temas que en el fondo no nos apasionan. Pequeños cambios, poca cosa, adaptarse.
Pero, ¿qué pasa cuando te pierdes por el camino? A veces, de tanto intentar adaptarte dejas de ser tú mismo. Muchos pequeños cambios pueden hacerte desaparecer. Y de repente
te levantas un día y no te reconoces. Y te empiezas a preguntar quién es ese extraño que te habita, que se mueve cómodamente por tu casa.
Lo de adaptarse está bien, es necesario. Pero demasiada adaptación es eso, demasiado. Te conviertes en un mutante, en un monstruo que te asusta al ver su reflejo en el espejo.
Puede (suele suceder) que a la gente que te rodea le guste más ese extraño que tú. Es normal, supongo. Tus cambios han sido para adaptarse a ellos, te conviertes en alguien más ... de su gusto, con quien es más cómodo cohabitar. A veces ni se dan cuenta de cuánto has cambiado, porque los cambios son muy graduales, muchos pequeños cambios, nada importante, todo importante (depende cómo lo mires).
Pero, qué coño (el tema me exige ser soez), lo vital es si a ti te gusta ese nuevo yo o no.
Tal vez no te guste. Quizás lo odias sinceramente. A lo mejor echas de menos escuchar la música que te gusta, discutir sobre temas que te apasionan, que te estremecen, tus pequeños vicios y manías.
Si es así, te has pasado con la adaptación. Eres un monstruo mutante irreconocible, y seguramente no te gustas.
Lo difícil es encontrar el equilibrio entre adaptación y evaporación (por aquello de que casi todo lo que eras se desvanece).
A mi me gustan las cosas pequeñas, las que nadie ve. Veo belleza en sitios insospechados. Las cosas pequeñas me ayudan a reencontrarme, a volver a construirme.







viernes, 20 de abril de 2012

Bueno o malo ...


Hace unos días que me da vueltas algo por la cabeza, no entiendo bien qué me ha llevado a planteármelo, aunque hay varios detonantes. El primero son las salamandras, de las que ya he hablado por aquí. El segundo es una polilla que me encontré en mi desconexión particular. El tercero es que estoy autoconvenciéndome para ponerme a estudiar alemán de una vez por todas, y he encontrado mientras lo intentaba, el borrador de una redacción que hice en un examen el año pasado. Pero supongo que sobre todo es por todo lo que últimamente pasa a nuestro alrededor, en nuestra economía, en nuestra política.
Las salamandras siempre me han fascinado. me parecen seres increíbles. Pero tienen muy mala fama. En el sitio del que soy hay leyendas sobre ellos (dragones, los llaman), sobre sus “fechorías”. La gente parece ponerse nerviosa cuando las ve practicando escalada por sus fachadas, no sea que vayan a entrar a sus casas y hacer no sé bien qué.




Las polillas… las polillas también tienen muy mala fama. Nadie quiere verlas por su casa, no sea que se queden sin fondo de armario. A mi me parecen increíbles, bellas. Sólo hay que fijarse un poco para poder ver su belleza (menos exuberante que las mariposas diurnas, pero belleza al fin y al cabo).


El examen… Ese examen fue un reto, pero no por la redacción en si, si no por el tema: Mentir, ¿es bueno o malo? ¿En qué circunstancias lo harías? … No veas qué putada de tema (perdón por lo soez). En un examen tienes un tiempo limitado para redactar de forma coherente y gramaticalmente correcta. Pero yo me pongo a pensar en la conveniencia de la mentira, sus distintas apreciaciones, y me pierdo en disquisiciones varias sobre mentir, sobre distintos contextos, variables a tomar en cuenta, y sobre todo sobre el bien y el mal. Y me queda muy poco tiempo para escribir algo decente.
Yo no creo en absolutismos, no creo en blanco y negro. Normalmente veo muchos tonos de gris, e intento ver todas las variables, observar desde distintos puntos de vista. Así que me cuesta creer en “bueno y malo”, así, simple y claro. No concibo simplificar así algo tan complejo.
Las salamandras no son buenas, ni malas, son animales, igual que las polillas. No actúan por maldad. Actúan, punto. Y eso me lleva directamente al animal “malo” más clásico, al tiburón. Siempre los vemos como animales terribles, malos malísimos. Pero un tiburón es un depredador (conozco a más de uno que también lo es), un animal casi perfecto en lo que hace. No veo maldad en querer alimentarse. Pero a veces, de manera fortuita, se encuentran con humanos, y acaban atacándolos, y en algunos casos matándolos. El número de humanos que mueren por ataque de tiburón no es comparable con el de tiburones muertos por ataque de humanos (ya sea accidental, cuando los atrapan en redes, o de forma consciente, cuando los pescan para cortarles las aletas). Un tiburón que ataca a un humano es normalmente por equivocación. Nos confunden con focas, nutritivas y repletas de grasa. Me imagino al tiburón desconcertado después del ataque: “Joder, ya me he equivocado. Yo que pensaba que era una foca, ya he mordido a un surfista escuálido… cuánta energía derrochada. Hasta un par de dientes he perdido.”
Eso no significa que quiera encontrarme con un tiburón mientras buceo. Sólo significa que no me parecen malos, así, de manera intrínseca.
Es difícil saber qué es bueno y qué es malo. Leyendo un post decadente me he dado cuenta de lo dispar que es la opinión de la gente. Por ejemplo sobre sexo. ¿Qué prácticas sexuales son buenas, cuáles malas? ¿Quién lo decide? Si los dos están de acuerdo no entiendo por qué algo es malo, así tajantemente, como opinan algunos.
Sí creo que hay cosas malas, en esencia. Lo de bueno no lo tengo tan claro. Últimamente veo cosas malas, y por más que busque atenuantes, variables, etc, me es difícil no ver maldad absoluta. Veo jueces que juzgan a jueces más justos, políticos que mienten, que roban, gente a la que no le importa gastarse el dinero de Bienestar social en un crucero por el Caribe (bienestar es, pero social…), o gastar del fondo de cooperación para comprarse pisos. Podría poner mil ejemplos más, pero no creo que sea necesario.
Sea como sea, creo que la bondad y la maldad puede elegirse. Sólo hay que dejarse guiar por el instinto, conciencia, inteligencia, alma, moral, o como cada uno prefiera llamarlo. Nosotros no podemos permitirnos lo que se pueden permitir otros animales. Ellos, al fin y al cabo no tienen ni conciencia ni justicia que los juzgue.
Hay edificios preciosos, ni buenos ni malos, sólo edificios. Esos edificios a priori positivos porque son hermosos, y traen turistas, han acabado endeudándonos (junto con otros muchos gastos inútiles, injustos, injustificados,...) más allá de lo razonable. Eso no es ni muy bueno ni muy positivo.





Y ahora las preguntas finales: ¿Es malo que yo escriba un post sobre este rollo? Supongo que sí.
¿Es bueno comerse la cabeza varios días con este tema? Supongo que no.


lunes, 16 de abril de 2012

Conducir ...

Me encanta conducir, acabo de descubrirlo. Si hace seis o siete meses alguien me hubiese preguntado si me gustaba conducir la respuesta habría sido un rotundo y enorme no. Era algo que hacía por pura necesidad, que me asustaba. Además estaba convencida de que lo hacía francamente mal, que era penosa conduciendo.
Supongo que mi coche y yo sólo necesitabamos pasar más tiempo juntos. Eso y más confianza en mi misma. Lo de quererme y creer en mi misma me cuesta bastante, pero estoy en ello.
Un amigo me dijo que sólo me hacía falta creer que podía hacerlo bien y practicar mucho. Tenía razón (casi siempre la tiene). En cuanto he cogido más el coche y he creido en mis habilidades, en que era capaz, todo ha mejorado.
Este fin de semana, cuando iba de camino hacia mi desconexión, me he dado cuenta de lo feliz que era conduciendo, de lo que estaba disfrutando el camino. Y eso que el viaje me ha deparado de todo un poco, corto pero intenso, llovizna, mucho, mucho viento... Pero nada, ni miedo, ni angustia, nada, sólo placer.
Ahora cogería el coche y me iría del tirón a Tarifa, para sentarme en alguna playa de Bolonia a ver cómo se funde el sol con el mar al atardecer. O me iría a Galicia a ver a una amiga de la facultad, que no veo desde que acabamos de estudiar, y hace poco nos hemos reencontrado "virtualmente" (Facebook me trae en los últimos meses ese tipo de regalos) y está viviendo allí. Me tomaría algo con ella en algún bar, como cuando pasabamos horas hablando o haciendo trabajos en el bar de la universidad. O me iría a ... bueno, que más da. Me iría a ver atardeceres, o a tomar cañas con amigos lejanos. Y disfrutaría el camino. Siempre he pensado que lo mejor de los viajes era precisamente eso, el viaje. Me encantan los viajes en coche, pero siempre de copiloto. Ahora sería distinto, yo decidiría el rumbo, yo manejaría mi destino.
Así que sí, este fin de semana de desvanecerme me ha servido para descubrir algo nuevo, un nuevo placer. Últimamente observo el mundo como una niña curiosa, descubriendo todo de nuevo... ¡me gusta!!
Me gusta conducir, como decía aquel viejo anuncio (me encanta la publicidad). Además de eso, me he traido muchas nubes, muchas risas, un poco de granizo y mucha paz.









jueves, 12 de abril de 2012

Cállate un ratito...

Últimamente me cuesta reconocerme, y contenerme. Nunca, nunca he tenido problemas para callar, más bien al contrario. No creo que mucha gente supiese lo que yo pensaba o sentía. Soy (o era, ya no lo tengo claro) más de observar.
Pero últimamente tengo graves problemas para callar lo que pienso, o lo que siento (bueno o malo), al menos con la gente importante para mi. Y la sinceridad es un defecto grave, casi un mal mortal, al menos para la amistad. Últimamente me dedico a incomodar a mis amigos, sobre todo a uno de ellos. Entro en una espiral de realidad difícilmente soportable, y hablo de cosas que debería evitar. Y lo veo venir, pero me veo incapaz de parar. La espiral me atrapa, y cada frase, cada palabra reduce un poco el tamaño de los giros, que lo convierte todo en más claustrofóbico. Hasta que la conversación llega a un punto insoportable, y el otro la abandona, casi siempre en una huida precipitada. No los culpo, yo también huiría si fuese capaz, viendo cómo la espiral absorbe todo lo sano, pero nunca puedo.
Temo perderlos, y al final, de tanto temor, me agobio, agobio, y los pierdo.
A este paso me quedaré sin gente importante, sin gente capaz de abandonar esas conversaciones sin mandarme a la mierda.
Hoy he hecho sufrir a alguien increible una de esas conversaciones malsanas.
Esta mañana me he encontrado en plena ciudad una espiral viva que ha salido en mi encuentro. Cada vez creo menos en las casualidades y más en las señales. Mi yo científico debe estar huyendo despavorido.



miércoles, 11 de abril de 2012

Lluvia y desconexión...

La lluvia resbala por mis mejillas. Al salir del metro he observado molesta que empezaba a llover. No llevo paraguas, he pensado. Qué pensamiento más absurdo, casi nunca lo llevo, lo singular hubiese sido lo contrario.
He empezado a caminar deprisa, casi corriendo. Pero mientras la música que escuchaba lo inundaba todo y empezaba a sentir el olor a tierra mojada (petricor, geosminas, recuerdos), he comenzado a ralentizar el paso inconscientemente. Las gotas han empezado a empapar mi pelo, a rodar por mis mejillas, a cubrir mis ojos. Es como llorar pero a gran escala, he pensado, y llevo tanto tiempo sin poder llorar que el pensamiento ha ocupado todo, y mi vuelta a casa se ha convertido en eterna, porque no quería que acabara, porque todo era perfecto. Y la realidad es tan imperfecta, tan jodidamente dolorosa, que ese pequeño instante perfecto lo era todo. Hoy no quería llegar a casa. Hoy caminar despacio bajo la lluvia me ha causado un placer infinito.
La lluvia lo limpia todo, hasta la desesperanza...







Esto me he traido de mi pequeña huida. Es raro, pero es. Eso y un millón de fotos.

jueves, 5 de abril de 2012

Estrés

Cualquiera puede conocer mi nivel de estrés. A poco que alguien se fije puede saber cómo estoy, cómo se encuentra mi cabecita. Aparentemente sigo tranquila, pero tomo mucho más café, y me dedico a hacer animalitos. Así que como estos días ando poblando de fauna de papel las mesas de los bares aprovechando cualquier descanso... Me desvanezco unos días a ver si la semana que viene estoy más calmada. 


martes, 3 de abril de 2012

Detalles...

Hoy iba hacia una jornada de formación del trabajo, sumergida en la melancolía del día gris, cuando he recibido una llamada de esas que hacen que me lleven los demonios y me den ganas de ... Bueno, de esas. He colgado, y tenía unas ganas de llorar, de gritar... Pero ni llorar puedo. Así que he decidido parar un momento, buscar algo a mi alrededor que me rescatase, que me centrase. He encontrado esto. Cómo me gustan los clavos, las cerraduras, las puertas antiguas...




domingo, 1 de abril de 2012

Autismo...

Hoy la foto no es muy chula, pero el motivo me disculpa. Mañana es el día de concienciación del autismo. A veces lo distinto nos asusta, nos desconcierta, no sabemos enfrentarnos a ello. Por lo general no entendemos a los autistas, ni ellos a nosotros, ni al mundo en general. Yo a veces tampoco entiendo al mundo, el ritmo de la gente, las relaciones. A veces todos somos tan distintos, ... Tal vez sólo fingimos no serlo porque nos asustan las consecuencias. Lo importante es el respeto a la diversidad.